Hibernación

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Siendo que ya llegaron los primeros fríos severos, este blog cae, como los animales homeotermos, en un estadio de hibernación o de sueño invernal.

En http://www.jsdemontfort.com seguiremos publicando los eventuales artículos que vayan saliendo en los diferentes medios.

Abríguense bien.

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Narrrativas experimentales (en vídeo)

El sello de música independiente Pauken Grabaciones –aquí– se centra en el folk psicodélico o el también así llamado folk freak.

Desde Asturias promueven a una serie de bandas raras, divertidas, pero que no renuncian a la sensibilidad.

Tres de estas bandas son Raisa, Fee Reega y Preparativos para bodas.

Con el propósito de promocionar su música, desde el sello radicado en Morvis, se han propuesto realizar una tanda de tres videoclips caracterizados por el intento de plasmar una narrativa continua. Es decir, video-clips que huyen de la función de escaparatismo y donde la imagen sirve más que a la canción al pensamiento, a una rara forma de pensamiento a veces dionisíaco, a veces místico, a veces chamánico.

El resultado es una especie de híbrido entre las actuaciones en toma única y los videoclips que narran una historia (con la ayuda del montaje y la edición). Sólo que aquí la narración se transforma en celebración ritual y la narrativa tiene que ver justamente con un cierto despertar lisérgico; se trata de narrativas conclusivas en el sentido de que son epifánicas, aunque la revelación que se muestra tras el delirio fanático se nos presente un tanto indecisa, tímida, se diría. O acaso lúdica.

De la serie de tres, de momento, solo hay dos videos disponibles en Youtube, el de Fee Reega (rodado y montado por Daniel Goldmann, con efectos de postproducción de Isabel Roux) y el de Raisa (grabado por Ignacio Valentín Marcos y montado por Daniel Goldmann).

Queda pendiente el video del proyecto musical Preparativos para bodas que, confiamos, esté al caer.

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La juventud como riqueza

1.

La potencialidad de la juventud es un tesoro tan prolífico que, hoy día, incluso los viejos no tienen reparo en asimilarse a los gustos y estéticas de los jóvenes. Por eso se estira la juventud de una manera tan brusca y mezquina, por eso se dilatan sus maneras y tics hasta lo indecible.

Tengo para mí que esto tiene que ver con la sobreabundancia de la última década, sobreabundancia que, claro está, anuncia ya su crisis.

Pero bien, digamos que lo más importante de la juventud es su promesa.

Y una cosa que ha de destacarse: se trata de una promesa necesariamente compartida. Su vigor y verdad dependen de la solidaridad con la que se comparten los futuros méritos, los frutos deseados que vendrán a su término, pero que, al modo de la fantasía, se preven ya y se dan por buenos, válidos: futuribles.

Y esta es la razón por la que la juventud como credo es un constructo cultural y necesita de un amplio grupo que la secunde, pero ese grupo ya se está extinguiendo, acosado por la precariedad, la furia o el catastrofismo. Y aquí se halla el centro de su crisis (como idea central para la cultura).

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2.

La juventud apuesta por sí misma y, por ello, en el momento crítico en el que los hedores (y horrores) de la edad adulta alcanzan finalmente a ciertas personas, buscan estas refugio en una añorada juventud (donde todavía eran pura potencialidad), yendo hacia atrás: a buscar amigos de la infancia y la juventud que fueron testigos de su misma juventud compartida.

Por una razón: porque el adulto se ha vuelto concreto, definido, sus márgenes están acotados y no dispone de más elecciones que las que ya ha tomado (o no ha querido tomar). Volver a ser joven (o pretenderlo) es una excusa para la búsqueda de cierta ignota inmortalidad.

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3.

Siempre me llamó la atención el fervor con el que las admiradoras de Elvis Presley (y me refiero aquí ya a un Elvis Presley envejecido y gordo, feo y torpe) seguían lanzándole bragas con un apasionamiento feraz.

Este verano, sin embargo, viendo un documental sobre sus últimos años decía alguien (no recuerdo quién) que las jovencitas viejas lanzaban sus bragas al rey porque seguían viendo a aquel jovencito sexy de veinte años y a su tonsura aurea, a un semi-dios con todas las armas para conquistar el futuro.

Al mismo tiempo, estas jovencitas maduras se veían a sí mismas como aquellas pizpiretas soñadoras de fortunas que le lanzaban a Elvis Presley sus miradas burlonas y coquetas (en 1956 lo de lanzar bragas era impensable) en espera de que un gesto cómplice del rey, así fuese con un fino hilo de oro, las engarzase en su triunfal ascenso y posterior coronación.

De lo que se puede colegir que existe un sentimiento juvenil que no tiene que ver con la edad y que sirve como anéstesico de la realidad, y es una fantasía no irreal (pues se basa en algo que sí ha existido), pero sí pre-temporal -respecto del tiempo histórico.

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4.

Wlodzimierz Umaniec, también conocido como Vladimir Umanets, es un joven polaco de 26 años que el pasado domingo escribió con tinta negra en uno de los Seagrams de Rothko que hay en la Tate Gallery lo siguiente:

“Vladimir Umanets, A Potential Piece of Yellowism”.

Según su propia confesión, el autoproclamado artista no pretendía dañar la obra sino más bien llamar la atención sobre su manifesto Yellowism –aquí– en aras de crear un debate sobre su pertinencia (¿?).

Umanets, en declaraciones a la prensa, se ha comparado con Marcel Duchamp.

Aquí su manifiesto.

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Del caso de Umanets podemos inferir una de las más prodigiosas inutilidades de la juventud: su estupidez.

Una estupidez que per se no es mala, pero que se vuelve peligrosa cuando deviene delirio.

Las ansias de este delirio tienen que ver con la genialidad y la farsa. Un adolescente, amparado en la pura potencialidad inocente de su credo juvenil (es decir, en la imposibilidad de nada) cree en las ambiciones desmedidas de lo que él pretende su genio y lo ratifica con actos externos.

Y ello por la razón que ya dijimos antes, pues que la juventud apuesta ciegamente por sí misma, por su originalidad e inteligencia, que se profesa emancipadora y seminal.

El problema viene cuando un adolescente utiliza las argucias de la edad adulta combinadas con su propia -y supuesta- inocente estulticia.

Es decir, igual que aquellas admiradoras de Elvis ya cuarentonas, fofas, de curvas caídas querían seguir apostando por su yo pretérito, es decir, se imitaban, gracias a la creencia que se podía tensar la cuerda del tiempo y hacer desaparecer los años intermedios, Umanets procura hacer de impersonator de Duchamp, lo que le serviría como garante para la verificación (entre las gentes de hoy, conocedores de la revolución duchampiana) de su quimérico genio.

Y he aquí donde se revela la comedia farandulera: Umanets es perfectamente consciente de su farsa, de ser él igual que su credo yellowista no más que una pura tautología.

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ADDENDA:

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Y hablando de influencias sí reconocidas y que sirven para la creación de una obra independiente y autónoma, la editora de la revista The Literarian, Dawn Raffel, ha pedido a una serie de escritores que hablen en el último número de la revista sobre los artistas visuales o sobre alguna obra artística en particular que les haya servido de inspiración.

Así  los escritores Frederic Tuten, Caroline Leavitt, Stuart Dybek, Roxane Gay, Martine Bellen, Charles Salzberg, Tom Bradley, Jane Ciabattari y Roberta Allen hablan de sus influencias.

Pueden consultar sus razones y motivos aquí.

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Cartografía Sentimental (CXXXI ) – Cosas vulgares (y algo idiotas) que, sin embargo, nos provocan una sonrisa

<<<5 cosas>>>

por las que ha merecido la pena seguir vivo en el día de hoy:

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1.

El tema de The Vaccines Teenage Icon (o cómo la estética postgrunge se encuentra con el pop chic):

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2.

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La así conocida como Unschool of Art, también llamada Transart Institute y su apuesta por un aprendizaje basado en experiencias de la vida más que en el currícula consuetudinario; nada de educación formal es su lema.

Para ello ofrecen residencias cortas y programas de doctorado enfocados a las prácticas, dirigidos a artistas en activo y con una visión muy individualizada. La innovación de su programa de master consiste en tres residencias intensivas de verano con lecturas, workshops, seminarios, performances y exposiciones en Europa y dos residencias de otoño o primavera en Nueva York. Y aquí viene lo más destacado, que los estudiantes crean su propio curso de estudios creando arte de manera individual y proyectos de investigación con el apoyo de la facultad y mentores que ellos mismo eligen.

El programa de Phd, por su parte, es un programa completo de tres a cuatro años con una media de dedicación de treinta horas semanales.

El título se ofrece solamente para investigaciones que se fundamenten en la práctica artística (trabajo creativo) acompañados de una tesis escrita que contextualice el trabajo.

Su máximo reto, en ambos casos, es tratar de conseguir que el alumno piense de manera conceptual, sirviendo de marco y de ayuda para desarrollar las inquietudes de artistas motivados, curiosos e inspirados.

Todo esto en la práctica suena genial, pero sucede que si dejamos que el alumno dirija su camino alegremente nos podemos encontrar con seminarios como el que atestigua la fotografía, y claro, está guay, sí… pero no es una cosa seria, válgame dios.

+ info: aquí.

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3.

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La pieza de videocreación La traición de las imágenes, de Gonzalo Manuel Pérez, Accésit del jurado en el Premio Video / Talentos El arte como pretexto y que sirve como homenaje -más con estética videoclip o anuncio de tv que artístico, pero bueno- a Rene Magritte.

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4.

La columna Un duelo extraterrestre del infame Juancho Armas Marcelo –aquí– y que publicó en el último número de El Cultural donde viene a decir que a Jesucristo lo mataron unos catalanes. Hay que ser imbécil, Juancho, pero rematadamente imbécil para decir eso, tal como están las cosas en el país. Es asunto tan justamente marciano querer venir a meter cizaña con argumento tan disparatado (lo que hay que hacer, ¿eh? con tal de ganarse las habichuelas, ¿verdad?) que aquí no podemos tomarnos la cosa en serio y pensamos (como ya sospechábamos hace tiempo) que a Armas Marcelo los accesos surrealistas de su tierra canaria le dejaron trastocado desde niño, y ya no levantó cabeza.

Y si no me creen vean esta entrevista –aquí– que el infausto Armas Marcelo le hizo a Umbral según le acababan de conceder el Premio Cervantes.

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5.

El video de Aliment Holy Slap, en el que el realizador Lluis Huedo se lleva a la banda de cañas y la cosa acaba como ha de acabar, a lo borrachuzo, con un intento de pino final truncado en bofetada monumental.

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Off topic: Nick Curran (1977-2012)

Ayer murió Nick Curran.

No es baladí mencionar que murió de un cáncer de garganta.

Había nacido en 1977.

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Verdades

Judie Bamber, «Mom reading» (2010)

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Dice Danilo Kis:

«yo prefería la verdad pura y dura y humillante (algo que, por lo menos en la literatura, he conservado hasta el día de hoy)» [1].

Y supongo que está bien para Kis, darse a la verdad de la vida y tratar de ponerla sin más en el texto, con matices retóricos y algún tropo que amplifique no acaso el sentido, pero sí la intención; o sea, que intensifique apropiadamente el efecto dramático.

Claro que esto tiene sus contrapartidas, el de verse obligado a la veracidad y, con ella, a las menudencias honorables de lo verídico. Pues que detalles nimios recordados por la memoria férrea no pueden ser(le) escamoteados al lector. Si esa es claro, la intención del autor, como sucede en el caso de Kis.

Y no es que le ponga yo reparos a tal estrategia, pero me parece que eso, de alguna manera, lastra la poeticidad del mensaje.

A veces es mejor no mentir, pero sí fabular (y digo bien: fabular, no inventar), para acabar diciendo una verdad más profunda.

De todos modos, Kis -en un libro posterior- matiza lo dicho, así:

«desde mi infancia he tenido una hipersensibilidad enfermiza y ya entonces mi imaginación transformaba todo rápidamente, excesivamente deprisa, en recuerdo: a veces bastaba un día, un intervalo de un par de horas, un sencillo cambio de lugar, para que un hecho cotidiano, vuyo valor lírico no percibía mientras lo estaba viviendo, quedara coronado por el eco luminoso que normalmente no rodea más que a los recuerdos que han permanecido durante largos años en el potente fijador del olvido lírico. En mi caso, este proceso de galvanoplastia por el que las cosas adquieren un fino baño de oro y un noble depósito de pátina se desarrollaba con una intensidad, por así decirlo, enfermiza» [2].

Dicho de otro manera, Kis museifica instantáneamente sus recuerdos: los pone en vitrinas.

Es, en ese sentido, un vanguardista canónico.

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[1] Danilo Kis. «Páginas de un album de terciopelo»,  del libro Penas precoces. Incluido en Circo Familiar. Traducción de Nevenka Vasiljevic. Ed. Acantilado. 2007. (p. 79)

[2] Danilo Kis, Jardín, Cenizas. Incluido en Circon familiar. Traducción de Nevenka Vasiljevic. Ed. Acantilado. 2007. (p. 157)

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Melancolía del humo (XVII)

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A veces cuesta pensar

A veces cuesta pensar.

Aunque, sin embargo me parece que no es eso, exactamente. Habría que reformularlo de otro modo.

Así: a veces cuesta hallar algo lícito que valga la pena ser pensado.

Y esto tiene que ver con unos versos de Eloy Sánchez Rosillo que dicen: «Une entre sí la luz todas las cosas / con un hilo de oro. / Y a mí mismo me incluye; / me toma alegremente cada día / y me hilvana con ellas». [1]

Pues eso es, que sucede que venimos hilvanados con el mundo, atados a su prodigalidad y no podemos desenredarnos de sus razones y ver si nos interesan. Dicho de otra manera, sucede que estamos de común rodeados por algo que nos parece un hilo de oro, pero que tanto puede ser la estela de un cometa como la hoja afilada de un sable.

Y bajo esta presión es difícil saber si lo que pensamos (el contenido mismo del pensar) merece o no nuestra atención, reflexión y desvelos.

Mi sospecha es que cuando, a veces, nos cuesta tanto pensar es porque probablemente deberíamos girarnos y mirar hacia otro lado; huir de este latrocinio que es estar pensando las cosas que otros quieren que pensemos.

Y o bien no pensar o pensar en nada.

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[1] «Hilo de oro», Eloy Sánchez Rosillo, publicado aquí.

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Melancolía del humo (XVI)

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Avances

1.

Los malos escritores no tienen más remedio que apuntalar su avance con los giros de la trama e irse empujando en virtud de las acciones con las que fuerzan el movimiento de sus protagonistas.

Pienso en esto mientras leo Los adioses de Onetti, y me maravillo una vez más de esa andar sigiloso entre la delicuescencia, que se va contraponiendo a una suerte de buceo atribulado por entre las sombras ambiguas, tenues, incandescentes de la prosa que, como el oleaje, se alimenta apenas de sí misma.

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2.

En lo que respecta a otro tipo de avances, me llama la atención la discusión que tiene lugar en la página Lit Reactoraquí– sobre poner en marcha un magazine literario online. Algo en los que se hace bastante hincapié es en el hecho de que hay que pagar a los autores, aunque sea poco, veinte dólares, cuarenta dólares; ok. Pero algo, poner en valor el trabajo.

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3.

Y en cuanto al avance negativo, a cierta involución, se refiere un artículo que encuentro de casualidad en el recién estrenado Diario.es y que lleva por título «Si no nos dan el dinero, lo vamos a hacer igual», escrito por Elena Cabrera y que se puede leer aquí. El artículo trata sobre determinadas actividades culturales y de qué modo les afecta el recorte de las subvenciones que venían recibiendo.

Y termina de un modo bastante elocuente. Dice:

«Da igual el ámbito, el arte contemporáneo y arriesgado de Drap Art o el más tradicional del teatro de títeres de A la sombrita: las actividades se hacen por los gastos mínimos, nadie gana un sueldo, todo es precario, pero como se continúan haciendo parece que no pasa nada.»

Y he aquí la clave: que todo se sigue haciendo (y ya no gratis, sino a veces incluso con dinero del bolsillo de los propios interesados) y que todo el mundo calla, porque da miedo apearse del carro, supongo, y que a uno lo traten de funesto, cenizo o aguafiestas. Pero es que, además, resulta de mal gusto decir que tal me debe dinero o que el otro tal no paga (cuando dichas informaciones deberían ser un bien común).

Eso, huelga decirlo, es muy propio de nuevo rico.

Ya lo hablábamos hace un par de días aquí mismo.

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 4.

Y ya que estamos con las carreras, si no lo han hecho todavía, échenle un ojo al artículo de Patricio Pron «La carrera literaria» que publicó el pasado fin de semana en el Babelia y que se puede leer íntegro en su blog, aquí.

Dice tres o cuatro cosas acertadas.

Pero quizá la más relevante sea la siguiente:

«Pensar en esos términos [en términos de una «carrera»] es, en cierto sentido, el resultado natural de la pérdida de prestigio social de la literatura (por no hablar de la caída de sus ventas), pero resulta sorprendente que pocos escritores vean que esa pérdida de prestigio es también el resultado de la visión mercantilista de la literatura que se esconde detrás de la concepción errónea de la producción literaria como una carrera.»

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ADDENDA:

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Avanzando hacia el futuro, la gente de Anatomia de la edición trata de adelantarse a lo que vendrá y así han creado el Laboratorio del libro –aquí-, una plataforma para debatir y dialogar sobre el mundo del libro (y su viabilidad futura). Su primera acción ha sido la publicación bajo licencia Creative Commons del libro La gran transformación. Panorama del sector del libro en España 2012-2015 que se puede descargar libremente aquí.

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Volver a Proust

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La clave de la exposición –o su centro secreto- Contarlo todo sin saber cómo, comisariada por Martí Manen (Barcelona, 1976) para el CA2M, se encuentra en un breve librito de Marcel Proust titulado Sobre la lectura. Un libro que cuenta “esa sensación de un niño que lee un libro de aventuras durante las vacaciones de verano”, nos dice la protagonista de la novela que ha escrito Martí Manen y que le sirve a la exposición como instancia discursiva y elemento conceptual. Y es que uno de los atractivos de esta propuesta es que se compone de dos espacios: el espacio físico de las salas del museo CA2M de Móstoles y el espacio imaginativo de las páginas de una novela. Ambos lugares, sin embargo, comparten una serie de obras de diez artistas tanto nacionales como internacionales (Christodoulos Panayiotou, Alex Reynolds, Rosa Barba, Lilli Hartmann, Eija-Liisa Ahtila o Keren Cytter, entre ellos). En la muestra física nos encontramos con algunos textos, instalaciones, vídeos y fotografías de los que se podrían colegir tres líneas principales: un intento por desvirtuar los códigos narrativos (en especial los provenientes del cine, tanto de ficción como documental), un interés denodado por descontextualizar el discurso dominante y una (re)conceptualización de la iconografía de los mass media. Las tres estrategias de desestabilización mencionadas toman como base la realidad misma, y la (re)escriben, al modo del palimpsesto. Y esto, en un segundo nivel de significación, es justamente lo que hace Martí Manen en la novela de título homónimo. En ella, Manen se sirve de dos personajes genéricos (Él/Ella), personajes con cierta voluntad de expresión generacional (y así, subjetiva del comisario, que funciona al modo del meta-artista) para contar la historia de una pasión compartida por el arte, en especial por el artista Felix González-Torres, con cuya muerte –acaecida en 1996-, se abre la novela (y que se revela como una de esas mitologías individuales de las que habla Harald Szeemann al respecto del trabajo del comisariado).

El trabajo de Manen, por lo tanto, es doble. De un lado, funciona al modo del crítico que no se limita a exponer unas obras sino que las congrega para que establezcan un diálogo, para que se interrelacionen dándole la oportunidad al lector/espectador para que les busque (si quiere) una posible significancia personal. De otro lado, les ofrece un contexto alternativo, dándoles un tono y la posibilidad de que juntas entonen una cierta melodía diferente. Esto se consigue gracias al marco de la estructura narrativa que ofrece el constructo novelesco. Y es que todas las obras físicas presentes en las salas del CA2M (y algunas otras más) aparecen en la novela, pero no en su especificidad, o sea, no como son en realidad, sino evocadas casi siempre desde la imaginación, el pensamiento o el ensueño de los dos personajes y, así, ligeramente customizadas, verbigracia: cargadas de una emotividad individual y, hasta cierto punto, privativa. Y lo más importante es que tales obras (presentadas en las salas del CA2M como la producción de una serie de artistas), en la novela no adquieren la categoría de objeto artístico, sino que más bien son simples historias de la vida cotidiana, o de los sueños de los protagonistas; o sea, ficciones insertadas adentro de otra ficción mayor. Este diseño especular implica que se produzca un efecto boomerang y la consecuencia directa, para la hermenéutica, es poner en evidencia que el poder de la imaginación conforma una memoria alternativa del presente. Y aquí volvemos de nuevo al librito de Proust, que le sirve a Manen para refrendar su idea de que la memoria y la imaginación pueden servirle al arte (post)autónomo para buscar la fluidez y la continuidad entre la proposición expositiva del comisario y la vida misma del espectador/lector, ofreciendo una forma novedosa de aproximación al arte contemporáneo basada en una intimidad emotiva y, hasta cierto punto, ubicua.

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(pinchar en la foto para ampliar)

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* El artículo Volver a Proust salió publicado el pasado 26 de septiembre de 2012 en el suplemento Cultura/s de La Vanguardia (nº 536 / p. 20).

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El carácter como una forma de ficción

1.

Atendamos un segundo a esto que dice Estrella de Diego sobre el carácter español:

«En el fondo, los españoles como colectividad siempre hacemos de españoles para fuera. Tenemos la fea costumbre de carecer de espíritu corporativo y hablamos mal de “nosotros” como colectividad siempre que salimos de casa, pues creemos que si somos los únicos listos, sobresaldremos más. [1]»

La reflexión le sirve a Estrella de Diego para poner en cuestión el modo en el que toda denuncia pasa a convertirse en producto de consumo. Y lo evidencia con el reciente reportaje fotográfico del NYT (titulado Austerity And Hunger) y también con la obra de Andrés Jaque sobre la así llamada heroína de Lavapiés (cliquen aquí, si no saben de lo que les hablo).

De Diego, en su post, viene a concluir que esto se debe a un complejo de inferioridad de nuevos ricos.

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2.

Pero no es cosa que sea exclusiva de la colectividad nacional (esto del complejo) sino que también afecta de un modo funesto a los entornos gremiales; lo que, además, les supone un añadido extra de fastidio.

Y es que, del mismo modo que no queremos que se nos encasille o ponga junto a otros miembros de nuestra comunidad nacional (y es obvio que esto por la razón de que tememos salir perdiendo en la comparación), así sucede con las personas que pertenecen a determinados gremios.

Y tal gallardía es particularmente molesta en el caso de los tenderos.

Todo va bien en tanto que el cliente permanezca en su rol silente de cliente, es decir, aquel que indica una breve  comanda fácil y sin complicaciones y se limita a pagar y acepta el producto tal cual se lo sirven.

Pero, ay de ti como se te ocurra hacer la más mínima mención a que existen otros tenderos de otros establecimientos y que tal vez estos sí te hayan ofrecido en algún momento un servicio en concreto que aquí se te niega.

Pues no, sucede que el tendero se enfurruña y te obliga a que aceptes el producto como él/ella quieren. Y sin rechistar, pues no admiten que haya ninguna otra forma mejor de hacerlo, prepararlo o acaso, por ejemplo, el modo de disposición del corte de un producto, ni siquiera que existan otros establecimientos tan insignes como el suyo.

Y esto, ¿por qué?

Muy sencillo: por ese pacto silencioso que parece sellarse entre el cliente y el tendero por el cual este último es el mejor, el más listo y el más competente para realizar su trabajo.

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3.

Aquí, en el caso del complejo gremial, opera un mecanismo inverso al del complejo nacional que nos afecta en el extranjero. Si con los desconocidos (en virtud del desconocimiento del otro y que nos permite una «invención» de nosotros, ficcionalizarnos, por así decir) se juega la carta de la lejanía, en el caso de los conocidos se juega la carta contraria: la del afecto, la cotidianidad necesaria y el servicio vecinal.

En otras palabras, al extranjero no se le verá más, y por lo tanto nuestra imagen mejor (por oposición a los otros miembros de nuestra comunidad; cosa que es, inverificable por parte de nuestro interlocutor) quedará sin mácula para este. Al vecino no hay más narices que verlo a diario. Y esa cercanía puede que produzca una confianza o cierto conato de afecto que lleve a que el cliente reproche o exija tal o cual cosa. Así, para frenar tal valentía, el tendero juega la baza de la violencia y la intimidación.

Pondré un ejemplo reciente (entre otros muchos).

El otro día le pedimos a una pescadera que, por favor, nos quitase la piel de una merluza.

Ella, indignada, nos replicó algo así como que «no hay forma más buena de comer la merluza que con piel». Y, por su gesto de desdén, se adivinaba que lo contrario era el pensamiento propio de los necios (es decir, nos estaba llamando necios a la cara por ser incapaces de darnos cuenta de su valía especial como tendera, de su «ficción individual», pues).

Cuando le hicimos mención de que en otros sitios que nos han quitado la piel, y sin el mayor reparo, se puso de tan mal genio que lanzó los filetes contra el papel de estraza sobre la báscula y farfulló, como por venganza: «y esto os lo cortáis vosotros con unas tijeras en casa» (se ha de decir que habíamos acordado previamente que ella nos lo haría en los pedazos del tamaño y peso aproximado que habíamos acordado antes).

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4.

Y ahora podrían objetarme Vds. que el caso relatado se trata apenas de una señora en particular (con un manifiesto mal genio) y su singularidad no permite que sea  extrapolable a otros casos, ni generalizable ni tampoco pudiera servirnos de patrón para nuestra tesis de los comportamientos gremiales.

Pues bien, ahora les confiaré yo un pequeño detalle revelador: el establecimiento de la señora pescadera de la que aquí nos acabamos de ocupar tiene todas las paredes llenas de carteles donde, con gran fanfarria, se manifiesta algo así como que «el gobierno sube el iva, pero aquí te lo mantenemos como antes».

Si esto no es una manifestación meridiana del nuevo rico que se niega a claudicar ante la realidad que baje dios y que lo vea.

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[1] Estrella de Diego. El regreso de la «España profunda» y la ficción documental en The NYT. Blog Sin título. 01-Octubre-2012.

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POST-SCRIPTUM:

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Leo en la última columna de Manuel Jabois, que lleva por título «Acabo de decirle que no» –aquí– lo siguiente:

«la apelación al dinero en cualquier rico, sobre todo cuando es para dar cuenta del sacrificio que hacen al rechazarlo, tiene el sonido de lo falso».

Pues eso.

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Cartografía Sentimental (CXXX) – Espejismos

<<<5 cosas>>>

por las que ha merecido la pena seguir vivo en el día de hoy:

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1.

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El pasado viernes se presentó la exposición «Esto no es una exposición de arte tampoco», en el recién creado Centro de Arte Contemporáneo de Barcelona sito en la antigua fábrica de Fabra i Coats. La expo, comisariada por David G. Torres,estará abierta hasta el 27 de enero y cuenta con once obras de  Antoni Gagliano, Antonio Ortega, Benjamin Seror, Christian Jankowski, Fabienne Audeoud, Gabriel Pericàs, Joan Morey, Joao Onofre, Laia Estruch, Ryan Rivadeneyra y Tamara Kuselman, además de diversas performances y proyección de documentales.

La exposición huye de la ambición pre-moderna de buscar una conclusión y así no presenta ninguna tesis, sino que se trata de un proyecto prospectivo que da cabida a algunas prácticas artísticas con formatos híbridos y que implican diferentes temporalidades.

El «tampoco» del título es un guiño irónico a Duchamp y su intención guarda aliento parecido con el libro «Salir de la exposición (si es que alguna vez hemos entrado)», el libro/ensayo de Martí Manen editado por Consonni y del que ya hablamos aquí, el proyecto “Alternativas a la exposición” de Beatriz Herráez del CASM en 2005 y, más explícitamente, con “Esto no es una exposición” de Carles Guerra al Centre Huarte en 2008.

+ info: aquí.

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2.

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El próximo 02 de octubre se lanza a la venta la novela Mr. Penumbra´s 24-hour bookstore (Farrar, Straus and Giroux, 2012) del escritor Robin Sloan. Una novela sobre libros y tecnología, criptografía y conspiraciones.

Para celebrarlo, además de la presentación al uso que se hará el día 04 de siete a nueve de la tarde, en el neoyorkino Centre for fiction, le han permitido a Robin Sloan y a una cohorte de escritores escritores, artistas, un dj y otras variadas y brillantes personalidades (todavía por confirmar), que tomen literalmente el centro y se instalen allí durante 24 horas en las que tratarán de investigar (ese es, al menos, el punto de partida) los -posibles- puntos de intersección que se dan (o darían) entre los libros, los mass media y la tecnología.

Lo interesante del asunto es que todo lo que vaya resultando de la charla y contactos varios entre estos tipos encerrados en el Center for fiction se radiará on-line y ello hasta la presentación formal del libro, que será, como ya hemos dicho, el 04 de octubre a las siete pm.

Así, el evento comenzará el día 03 de octubre a las 9 pm y durará hasta las nueve pm del 04 de octubre (y quede claro que hablamos siempre de la hora de NY).

Un listado más o menos completo de los invitados se puede consultar aquí.

Por si no saben quién es Robin Sloan, decirles que Mr. Penumbra´s 24-hour bookstore es su primera novela y que ha sido seleccionada por el programa de Barnes & Noble Discover Great New Writers y la Indie Next List. Newsweek la ha considerado entre los 15 libros que hay que leer este otoño.

+ info sobre Sloan, en su página web: aquí.

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3.

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Y yo que pensaba que las webseries habían sido flor de un día y que estaban de capa caída por no haber encontrado una financiación razonable sostenida en el tiempo, me entero (con un poco de retraso, eso sí, pues cerró sus inscripciones el pasado 17 de septiembre) del Concurso Internacional de Guiones de Webseries y Webnovelas organizado por el Festival y Mercado de TV-Ficción Internacional (Argentina), en colaboración con el Master Internacional de Escritura para Televisión y Cine de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Según se indica en la nota de prensa:

«Dicho concurso tiene como objetivo incentivar y premiar la creatividad de los autores de nuevas narrativas propiciadas por el medio digital e Internet, otorgándole al guión seleccionado la posibilidad de que una importante productora iberoamericana lo desarrolle. «

Los premios consisten en un contrato para su desarrollo con una productora latinoamericana o española, en el caso del ganador, y 2.500 dólares para el segundo seleccionado. Poquita cosa, en mi opinión.

En fin, si quieren saber más: aquí.

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4.

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Aquí en La soledad del deseo, como buenos valencianos, somos muy aficionados a lo que yo llamaría las piromanías.

Así que no podemos no dejar constancia de la exposición de la artista Päivi Koskinen en la galería H20 y que lleva por título Burning Them. Por ello, participamos plenamente de ese conjunto de personales hogueras de San Juan que la artista finlandesa presenta estos días (y hasta el 19 de octubre) y que retratan a una serie de personajes quemando objetos significativos para ellos, objetos que les atan al pasado y no les permiten seguir con sus vidas.

Una invitación para dejar atrás los recuerdos.

+ info: aquí & aquí.

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5.

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El anuncio es de 1913.

Y sí, es un espejismo total, pues las máquinas actuales que hoy llamamos ordenadores dudo que pudiesen traer consigo de manera tan llamativa tal concluyente aseveración.

Sacado de aquí.

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BOLA EXTRA:

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Imñagenes como la que sigue (el cuadro «Willie Gillis in college», de Norman Rockwell, pintado en 1946) son, por desgracia hoy, en este mundo hipermoderno de velocidades vertiginosas, puros espejismos.

Disfrutemos pues durante unos segundos de tal perdida placidez.

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Escribir para ganar una nueva inocencia

Teresita Fernández – «Night Writing» (Installation View)

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1.

Pienso en el grupo de obras de la artista cubana afincada en New York, Teresita Fernandez, y que llevan por título Night Writing.

Para Fernández, la idea es la de crear una serie de poemas visuales, escritos con imágenes, renunciando a insertar partes textuales (comprensibles de un vistazo). Así, habría en ellos una escritura de la noche, del paisaje nocturno.

El lenguaje de la obra así, se manifiesta en la tensión de lo íntimo y lo cósmico, del concepto y de la percepción.

El paisaje nocturno visto como el lugar ancestral en el que los hombres miraban (¿miran?) para adivinar cosas, para adivinarse también a sí mismos.

Algunas de las obras de Fernández traen escritas en Braille determinados pasajes de la literatura clásica (como una suerte de escritura en código, y secreta, hasta cierto punto).

Así, Fernández busca en sus obras ese contacto primordial con la naturaleza al que el arte contemporáneo parece resistirse.

Y es importante que tal indagación, tal intento de re-contactar con la reverberación del hombre en la naturaleza, provenga de una artista conceptual como ella misma, que entiende la obra como investigación, reflexión, pensamiento y reflejo.

*

2.

El poeta chileno Felipe Cussen acaba de publicar la miscelánea Opinología (Cumshot, 2012) y que puede descargarse libremente aquí.

Dice en algún momento Cussen (al hilo de Neruda):

«Quizás sería más honesto reconocer que el interés genuino por la poesía suele ser escaso, lo que, a fin de cuentas, tampoco es tan terrible: no puede imponerse el gusto por la poesía, pues nadie ha obligado a los poetas que escriban.»

Quiere decirse con ello que es este un libro de poesía, pero no de poetas. O acaso de la relación del poeta (de Cussen) con la poesía y la pelea por aclararse a sí mismo cuál es el rol que tal relación debería ocupar en la naturaleza del mundo que le circunda y aprisiona (Chile). Pero también de muchas otras cosas, de fútbol, de televisión o de la academia.

El libro es así una recopilación de cartas al director, reseñas, columnas, ensayos y entrevistas publicadas entre 2004 y 2012 en diarios, revistas y sitios web.
Es decir, una escritura pública, pero que, reunida en este volumen adquiere el estatus de poética y, al tiempo, se agencia un tono misteriosamente íntimo, nocturno, confidencial.

No en vano, en su poema «arte poética» escribe Cussen:

«Para mí la poesía es como escribir un diario íntimo.»

Y es por esta razón que los textos, en su claridad expositiva, tienen algo de suicidas.

Me gusta mucho el libro (un libro no nacido sino re-compuesto, por decirlo así), pues se conforma como una suerte de imprevisto dietario; salvaje, envilecido, forzoso, que coquetea también con la estética y la práctica experimental del fanzine.

Habla de la crítica:

«salvo honrosas excepciones, nuestros críticos suman al desinterés la ignorancia de creer que un poema visual no es más que una serie de letras bonitas o dibujitos»

Pero también de la falta de investigación de los escritores:

«mientras muchos pregonan la pérdida de valor social de los libros y critican la escasa capacidad de comunicación del lenguaje, son pocos quienes asumen, más allá de las quejas, la potencialidad que aún esconden las palabras».

O acaso de la poesía experimental:

«Pareciera que el rótulo de “poesía experimental” fuera un sello de calidad incuestionable, lo que promueve la autoindulgencia e impide reflexionar sobre condiciones básicas para cualquier receptor que no sea otro poeta experimental».

E incluso sobre los editores independientes:

3 creencias de las editores independientes
1. Creen que no es necesario acusar recibo a los autores que envían sus manuscritos.
2. Creen que una impresión de mala calidad los hace independientes.
3. Creen que demorarse mucho en publicar los libros comprometidos los hace más independientes.

Me ha hecho mucha gracia que en su texto «Carta abierta a los periodistas culturales de Chile» diga lo siguiente:

«No crean que Ignacio Echevarría es el único crítico español que vale la pena.»

Quizá al lector no chileno le resulten ajenas las referencias a la farándula, a ciertos programas televisivos y las menciones de algunos personajes locales, pero, con todo, merece la pena leer el heterogéneo conjunto.

Del mismo saldrá el lector rejuvenecido, se lo aseguro.

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*Nota, el título del post proviene de una frase de Felipe Cussen, de su artículo «Una nueva inocencia», incluído en Opinología (Cumshot, 2012) [pp 13-15]

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(Algunas) sensaciones del presente

John Miller, «Everything is Said #7», (2009)

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Siguiendo con el tema de ayer, me gustaría destacar una frase, es de Cecilia Palmeiro; dice así:

«La literatura nos tiene que dar herramientas para experimentar el presente, experiencias del orden de la sensación» [1]

Y hablando de sensaciones, dice Peter Stothard, el jefe del jurado del premio Booker de este año que:

«If we’re going to keep literature and language alive, we have to be alert to the new, the things which aren’t like what’s been before. And as Howard Jacobson said, this may be unpleasant, it may be that we don’t enjoy reading it, but it might matter hugely to the future of literature.» [2]

Sin embargo, parece contradictorio que tengamos que darnos voluntariamente a experimentar sensaciones que nos desagradan, ¿o no?

¿Depende realmente el futuro de la literatura de que los críticos literarios se dediquen a -literalmente- tragar basura por un tubo?

No sé, me parece que tenemos muy olvidados el instinto y la intuición.

Y es que en un porcentaje altísimo de casos ya se sabe que un libro va a ser rematadamente malo con solo saber un poco de su autor, sus manifestaciones públicas, quiénes son sus amigos o con qué camarilla se relaciona, a qué revista o sello está asociado, etc Así las cosas, ¿no debería, me pregunto yo, dedicarse el crítico a establecer criterios de valor en este nuevo escenario?

En otras palabras, ¿no sería más productivo utilizar todo ese paratexto como primer filtro de selección gracias al cual establecer categorías cualitativas? ¿Y ya sí, a partir de ahí, trabajar con el entrenamiento del gusto y no a la inversa?

Pero seamos claros: un ejemplo meridiano de lo que digo lo tienen aquí.

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[1] Ezequiel Alemian. Las  nuevas voces de la renovación crítica. Diario Perfil. 27-Mayo-2012.

[2] Allison Flood. Books bloggers are harming literature, warns Booker prize head judge. The Guardian. 25-September-2012.

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La jerarquía y el gusto

Adela Arrufat, «No quiero dormir» (2012)

1.

Me llama la atención esta frase:

«Somos ingenuos. Y ensayamos los diferentes usos poéticos que tiene la basura».

La frase es de Juan José Mendoza, de su artículo Conciencia Spam, publicado en el nº 13 de la revista BocadeSapo –aquí-.

*

2.

Y luego leo esta otra frase que también me llama la atención:

«Con el fin de la “dictadura literaria” tocan también a su fin los días de utopía transformadora por medio del arte».

La frase es de Guido Herzovich, sacado de su artículo La mala conciencia del buen literato, publicado aquí.

*

3.

Ambas posiciones, la de Mendoza igual que la de Herzovich, vienen a refrendar la idea de que las jerarquías culturales están en declive, que ya siquiera se sostienen por su antiguo poder legitimador al respecto de una posición social pre-eminente, y su correlato en cuanto a lo económico, claro.

En definitiva, que -y hemos hablado de aquí del tema en otras ocasiones- no se trata ya sino de entrenar el gusto.

*

4.

Pero, sin embargo, ahí está la flarf poetryaquí-, y todos esos libros avant-garde que publica, por ejemplo, el colectivo Troll Thread, aquí, máquinas auto-generadoras de sentido que producen discurso continuamente, en el tiempo. Un discurso que, por otra parte, cae en el sinsentido, a fuerza de buscarlo, el sentido.

Y, en su afán, destruyen el gusto, a fuerza de dar pre-eminencia al propio proceso de la búsqueda.

*

5.

Y entonces encuentro un vídeo, y Vanessa Place me dice que no, que el conceptualismo es mejor que la flarf poetry:

*

*

Y Kenneth Goldsmith argumenta que la flarf poetry es dionisíaca, en tanto que el conceptualismo es apolíneo, aquí.

*

6.

Así que re-leo una frase -como un mantra- del último libro de Salvador Luis, Prontuario de los pies y de los zapatos, que condensa justamente ese punto de tensión entre la jerarquía y el gusto.

«La pregunta es: ¿Cuánto tiempo he de caminar con la
cabeza gacha en este mundo que se multiplica —y sus
normas y sus discursos-como-las-bocas-de-mis-padres se
multiplican con él— sin siquiera pedirme una opinión?» [1]

[1] Salvador Luis, Prontuario de los pies y los zapatos, Ed. Mono Monkey experience, 2012 (p. 13) [se puede leer íntegro y en descarga gratuita -epub/prc/pdf- aquí]

*

7.

Y la única conclusión -o hipótesis de trabajo- que puedo obtener de momento es que toda jerarquía regula el gusto y todo gusto atenta contra la jerarquía. Lo cual me deja, sí, en un inestable círculo vicioso.

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Equilibrios

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A veces, en nuestra vida, en nuestro escritorio, se producen mezclas extrañas, quizá no del todo  insatisfactorias, pero sí caprichosas o acaso tensas. De equilibrio inestable.

Por ejemplo, ahora, conviven un imprevisto libro de poesía del nobel español Camilo José Cela, Pisando la dudosa luz del día (Linteo Poesía, 2008) con otro de e.e. cummings, (a)poemes / antologia poètica (El Gall Editor, 2007).

Y la placidez de cinco pares de calcetines nuevos se miden con el alivio de una pomada para los orzuelos.

El libro de Cela es original de 1945 (con las debidas correcciones de «claros errores de impresión»). En aquel entonces y en la dedicatoria escribía Cela:

«Dedico este libro a los muchachos que escriben versos a los veinte años, los copian cuidadosamente en el mejor papel y los encuadernan luego con primor: preocupadamente, obstinadamente. Hacia ellos está inclinada mi mejor y más sincera simpatía».

Y todavía en una nota que precede a la lectura, añadía en ella Cela:

«En Pisando la dudosa luz del día no cuaja absolutamente nada y todo, o casi todo, se evapora»

En el prólogo, escrito por Leopoldo Panero en 1944, se refiere al texto como «este puñado de versos anacrónicos, crueles, estremecidos y sombríos. Versos escritos en la adolescencia, en la confusa y desbordada adolescencia que cuaja la vocación de la vida, su valor, su mensaje [y que son] anuncio y profecía de que portan cuño y testimonio».

Dice Panero que los poemas revelan «la intuición de la vida como fealdad, como tristeza irremediable», pero que en su lenguaje poético «late un afán constante, comunicativo y misterioso de humana perfección y verdad». También advierte que el surrealismo que los atraviesa es signo muy marcado de su tiempo (del tiempo en el que fueron escritos).

Y todo ello es verdad.

Un verso, del poema «El lagarto del miedo», me resulta ahora particularmente útil.

Dice: «Y me duelen los ojos de tanto sostenerlos».

Algo parecido siento ahora, mientras las volutas del humo del cigarrillo me cruzan por encima de los dedos que escriben en el teclado y los ojos agotados, con su carga de pomada disuasoria, me piden que los vaya cerrando, que me abandone al silencio del tacto, y ello sin tener sueño. Y, ello, queriendo todavía leer muchas muchísimas cosas antes de dormir (como esa trilogía pendiente de Danilo Kîs que aparece en la fotografía, Circo familiar, y que encontré hoy en la biblioteca, como un talisman para la travesía nueva del otoño).

Entonces me acuerdo de una entrevista en la que el escritor José Carlos Llop –aquí– venía a decir sobre los escritores continentales que se marchan a una isla para tratar de «ser otro», que no es más que una falacia y que el escritor insular sabe perfectamente que:

«todo paraíso está perdido y detecta rápidamente el grado de impostura que existe en ese ‘ser otro’».

En definitiva, que yo hoy tampoco quiero ser otro, como Llop, sino que me siento feliz -y en paz- siendo ese hombre alegre por sus cinco pares de calcetines nuevos que me ha regalado Ángela (después de largos meses de náuticas veraniegas, sin calcetines, claro), incluso aceptando el estruendo de pomada en los ojos contra esos ya consuetudinarios orzuelos, provocados por cierto nerviosismo mío y un stress no del todo bien manejado.

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Teorías

Cuddy, Levin & Di Cuia «Out of print» (2012)

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1. [sobre el cine]

Escribe Carlos Losilla:

«El cine contemporáneo se mueve entre esos dos caminos: la continuidad de un determinado cine moderno que nació en los años sesenta del siglo pasado y la ruptura con esa tradición a partir de un conceptualismo abstracto que no deja de desconcertar, y a veces irritar, tanto a la cinefilia tradicional como a una parte de esa otra que desde hace algún tiempo conocemos como «nueva»»

Carlos Losilla. Por una imagen ofensiva. Cultura/s de La Vanguardia (nº 535). 19-septiembre-2012 (pp. 26 & 27)

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2. [sobre la música]

Leo que la cantante Tori Amos dice al respecto de los libros:

“Echo de menos las librerías, eso es lo que más extraño del pasado, antes había por todas partes. Yo siempre tuve el sueño de tener una tienda de libros. Tengo mi casa llena de volúmenes, una biblioteca enorme y maravillosa, construida con mi marido y a la que accedo subida en mis tacones. Tengo muchos libros grandes, de arte, fotografía, historia, mitología… ¿ficción? Me gusta menos, la verdad”.

Pero, aquí viene lo gracioso, pues para sustentar su teoría de la música, sin embargo, se sirve de una analogía literaria, la siguiente:

«¿Tiene sentido leer solo un capítulo de una novela de Virginia Woolf?”, pregunta. “Pues para mí es algo parecido. Un disco es un conjunto que tiene sentido como conjunto. Lo que ocurre es que ahora los músicos no hacen novelas sino relatos breves, que son las canciones, que se pueden consumir aisladas o no, da igual. No lo critico, es solo que yo vengo de la tradición del álbum, ¡incluso del álbum doble!”.

Tori Amos en entrevista con Elsa Fernández-Santos. Tori Amos: “Los discos de ahora ya no son novelas sino relatos breves”. El País. 23-septiembre-2012.

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3. [sobre el artista del siglo XXI]

Escribe Xavi Sancho en el blog Muro de Sonido al respecto del affair Amanda Palmer:

«En la era del crowdfunding, el artista no es el dueño de los anhelos y esperanzas del fan, sino que el fan es el propietario del artista. Se acabaron los tiempos del roquero oscuro y maldito (así, solo quedan algunos críticos de cine y poetas), que llegaba tarde a los conciertos y las entrevistas y que lanzaba televisores por las ventanas de los hoteles y las iglesias. Hoy, si ensucias algo, llegará un fan para recordarte que la madre de alguien tendrá que limpiar eso cobrando el salario mínimo. Si ellos quieren jugar a empresarios, nosotros vamos a jugar a policías.»

Xavi Sancho. Si ve usted al futuro de la música, recuérdele que nos debe dinero. Blog Muro de Sonido. El País. 25-septiembre-2012.

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El agravio como debilidad y miseria

1.

Uno tiene la impresión de que cada cual aguanta las turbulencias de la mejor manera que puede o sabe; con cierto estoicismo, se diría.

O sea, que mira uno siempre hacia la derrota, o acaso la desdicha o, si se quiere, la mala suerte, con benevolencia e, idealmente, queriendo ver en ella una parte bella de heroicidad.

Y quiere ver uno en ello -en la derrota del agraviado- cierto lirismo, pero normalmente lo que se viene a encontrar es más bien una suerte de candor belicoso, e inútil.

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2.

«No sólo la educación de los niños, también la de los poetas se hace a tortazos» [1] escribió Proust.

*

3.

Hace unos días nos encontramos con un conocido al que después de largos años de servicio en su empresa, por no querer mejorarle el contrato (y con la excusa de la falta de recursos, la galopante crisis y el baremo impreciso -y volátil, y opinable- con el que se juzga su trabajo -intelectual, por lo demás)- no le habían echado a la calle, sino que le habían propuesto algo muchísimo peor: degradarle en su categoría profesional, hasta unos mínimos de pura vergüenza, intolerables, desde mi punto de vista.

Sin embargo, el tipo ha aceptado.
Está resentido, se siente menospreciado, tratado con el mayor despiadado ultraje.

Pero ha aceptado, pensando en algún tipo de solapada venganza. En cobrarse la deshonra a base de pequeñas infamias, dice, esos míseros sabotajes que van desde robar bolígrafos, hasta aprovecharse de descuentos por pertenecer a cierta empresa o acaso hincharse a pedir becas y subvenciones para proyectos.

Pero, y qué malditas becas le van a dar, pienso yo… si no hay dinero para contratarle, cómo va a haber dinero para becar a aquel cuyo contrato es insostenible dadas las economías actuales.

Es, cuanto menos, algo contradictorio.

Sin embargo, a este conocido nuestro le parece lo más normal del mundo, lógico y razonable.

Y, lo peor: legítimo.

*

4.

Ha declarado recientemente Houellebecq:

«Soy vanidoso, busco los aplausos. Y escribir es divertido, sí, pero no lo hago por la escritura en sí, sino por la arquitectura de las frases. No estoy seguro de si hubiese seguido escribiendo sin la perspectiva del aplauso» [2]

*

5.

Hay dos tipos de miseria moral, en mi opinión.

De un lado, aquella a la que nos obligan las circunstancias. De otro lado, aquella a la que nos obligan nuestras circunstancias.

Si la primera se refiere a cuestiones socio-económicas, políticas y geográficas, la segunda tiene que ver exclusivamente con la naturaleza de nuestro carácter.

*

6.

No es casual, pues, que la poesía sea la manera de manifestación artística a la que se agarren de una manera más decidida los jóvenes nacidos a finales de la década de los ochenta y en la década de los noventa (pero también muchos de los nacidos en los setenta), pues les permite con mayor facilidad cierto aprendizaje del dolor (por causa de las incontables humillaciones -circunstanciales- a las que están sometidos).

El peligro, desde mi punto de vista, vendrá cuando esos agravios míseros, soportados durante un tiempo demasiado prolongado, vengan a constituir la base de su carácter y su personalidad.

Dicho en otras palabras: los tiempos de la guerra no suelen dejar espacio para las almas inocentes.

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[1] Marcel Proust. El tiempo recobrado. Traducción de Carlos Manzano. DeBolsillo. 2010. (p. 152)

[2] Michel Houellebecq en entrevista con David Morán. ABC. 21-09-2012.

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Cartografía sentimental (CXXIX) Buenas ideas

<<<5 cosas>>>

por las que ha merecido la pena seguir vivo en el día de hoy:

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1.

El premio Prtzl (Premio crítico de arquitectura y urbanismo) se propone reconocer los cinco peores fiascos en Arquitectura y Urbanismo.

Hasta el pasado 23 de abril se vinieron aceptando una serie de candidaturas con críticas argumentadas sobre la postulación de cada uno de los fiascos. Ahora, y desde el pasado 17 de septiembre, se ha abierto el período de votaciones, que se puede realizar fácilmente –aquí-. Como podrán imaginar, no pueden faltar los clásicos y así, entre los finalistas se encuentran La ciudad de las artes y las ciencias de Valencia o la Torre Agbar en Barcelona.

Lo interesante del proyecto es que permite las votaciones abiertas (y se trata de un sistema de votación fácil, sencillo y rápido).

Si después de haber votado quieren asombrarse de veras, echen un vistazo a su sección «Podría ser peor» –aquí-, verdaderas calamidades arquitectócnico-urbanísticas como las que siguen (apenas les pongo, dos, como ejemplo:

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2.

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La David Roberts Arts Foundation presenta desde el 21 de septiembre y hasta el 15 de noviembre la exposición A House of Leaves, inspirada en la novela del escritor norteamericano Mark Z. Danielewski de título homónimo, e igual que en esta, en la que es imposible medir las dimensiones de una casa, pues el interior crece hasta hacerse más largo que el exterior, se utilizan en ella diferentes lenguajes, así como narrativas múltiples y ello en un intento de que el espectador se convierta en co-autor de una suerte de esfuerzo colectivo por definir una forma artística.
La exposición está comisariada por Vincent Honoré y presenta trabajos de Phyllida Barlow, Enrico David, Martin Kippenberger, John Latham y Wilhelm Sasnal, además de una serie de eventos en directo como, por ejemplo, la performance Eye or The War que Benoït Maire realizará el día de la inauguración.

+ info: aquí.

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3.

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Ayer por la tarde en Mitte (Bailén, 86 / Barcelona) se presentó el primer número de la revista Perdiz, «una revista sobre cosas que hacen feliz a la gente». Sus promotores la definen así:

“PERDIZ es una revista sobre personas y las cosas que les hacen felices. Una recopilación de historias increíbles sobre gente normal. Un manual de supervivencia sin fórmulas mágicas. Es una colección de cosas bonitas. Una publicación de activismo social en positivo. Un objeto coleccionable. Una sala de espejos al mundo. Es un juego, un cuento con final feliz. Y es también un virus que, como pasa con los bostezos en el metro y las risas entre amigos, se pega.»

De momento, aquí en La soledad del deseo no hemos tenido oportunidad de hojear ningún ejemplar, pero como sea que estamos en favor de la felicidad, nos ha parecido una buena idea.

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+ info: aquí.

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4.

Alison Knowles and Marcel Duchamp, New York, 1967.

*

La revista de arte X-TRA, que se publica en Los Angeles desde 1997, cumple quince años.

Como siempre, ofrece algunos de sus contenidos en abierto –aquí-y uno de los que nos parece un magnífico regalo es el artículo de Nicole L. Woods y que lleva por título Object/Poems: Alison Knowles’s Feminist Archite(x)ure.

En él, habla de la artista Alison Knowles y comienza recordando su breve colaboracion en 1967 con Marcel Duchamp, así:

«In 1967, American artist Alison Knowles was invited several times to Marcel Duchamp’s New York apartment to collaborate on a project entitled Cœurs Volants with the famed provocateur and the experimental poet Emmett Williams. A photograph from one of their meetings shows the artists in a state of mutual concentration. While Duchamp studiously looks on, Knowles is seen leaning just over his shoulder, casually holding a lit cigarette in her right hand and carefully flipping through colored paper samples of the flying hearts image she recreated for the cover of Williams’s book of poems, Sweethearts».

Pueden leer el artículo completo aquí.

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5.

La escritora norteamericana y periodista del New York Times, Susan Kirschbaum, cuenta en The Outlet, el blog de la revista Electric literature, su experiencia auto-publicándose en Amazon (después de una larga travesía de contactos fallidos con diversos agentes editoriales).

Su conclusión es una llamada a la acción:

«The idea of self-publishing always smelled of amateurs, folks who considered themselves closeted Pulitzer contenders, delusional charlatans, anti-establishment but not in a positive way: rejects of the intelligentsia.  I began to obsessively visit Barnes & Noble. Noting what lined the front shelves (chick-lit, “autobiographies” of reality TV stars), I pondered just how far hype had obscured the great literary tradition in which I wanted to engage. «

El texto lleva por título «Diary of a rogue writer, Part one: the road to self-publishing» y se puede leer íntegro aquí. En breve, Kirschbaum publicará la segunda parte del texto «publishing, distributing, and promoting Who Town«.

Así que habrá que estar atentos.

Y es que, cada día más, la opción de la auto-publicación parece una buena idea para los escritores inéditos.

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¿Hay alguien a la escucha?

1.

En el portal de la finca de pisos donde vivo hay no uno sino dos carteles que advierten claramente: «No se acepta correo comercial». Cada uno de ellos -pegado en el cristal- de un lado de la puerta. Es imposible no verlos. Sin embargo, cada día -invariablemente- más de una, de dos y de tres personas llaman al timbre diciendo:

-Correo comercial, ¿puede abrirme?

*

2.
Hace varios meses me escribió la encargada de marketing o del depto. de relaciones públicas (bueno, al fin viene a ser lo mismo) de una cierta empresa de Internet. Me presentaba un proyecto sobre unas cuestiones referidas al reciclaje y el medio ambiente que me parecieron muy bien (cuando era adolescente guardaba todos los folios inservibles en bolsas durante semanas y las llevaba a la ciudad de Valencia cuando se me daba la oportunidad -y hablamos de trasladar ese montón de papel en coche unos noventa kms-; quiero decir, que tengo cierta desarrollada conciencia ecológica, eso es). El problema es que ese proyecto solidario no era un asunto cívico sino que no sólo venía auspiciado por una empresa comercial ( no patrocinado, sino promovido, que es cosa bien diferente), sino que el hecho de que la gente se sumara a él repercutía directamente en la mejora de su negocio.

En otras palabras, por la vía de la solidaridad pretendían conseguir un caudal gratuito de posibles compradores/usuarios de su producto, amén de una publicidad encubierta de dimensiones estratosféricas.
En fin, con toda la ambilidad le dije a la chica que el proyecto que me presentaba me parecía muy bien, pero que, y le especifiqué «tal como habrás leído en mi blog en incontables ocasiones, estoy radicalmente en contra de este tipo de prácticas, las cuales he denunciado en mi blog siempre que he tenido la oportunidad».

Para mi sorpresa la chica me escribió y me dijo que sí que muy bien, que respetaba mi opinión, pero más o menos venía a decir que me lo pensase mejor.

Dos cosas se han de decir así de primeras: uno, que quieren contar con mi complicidad para su proyecto (me pedía además que lo propagase a los cuatro vientos entre amigos y conocidos) cuando ni siquiera sabe de qué demonios va mi blog, y dos, que de respetar las opiniones del prójimo y su decisión meditada de no participar en algo, nada de nada.

Ayer me llego un nuevo mail de esta chica, en él dice:

« queríamos volverte a invitar a participar con tu blog «J. S. de Montfort escribe» en nuestra iniciativa para ayudar al medio ambiente».

*

3.

Cuando los gurús dicen que los departamentos de promoción y prensa han de escuchar al cliente/usuario/consumidor en realidad no utilizan sino un eufemismo, pues las empresas hacen como que escuchan hasta que alguien les dice que no, y entonces sacan sus garras (eso sí, siempre disfrazadas de cordialidad y al amparo de alguna «causa justa» -y ellos pueden igualmente considerar una causa justa que te ofrezcan un descuento o una oferta) y, así, continúan con su estrategia de acoso y derribo.

Hasta que no te queda más remedio que aceptar y unirte a su causa (contratar sus servicios o participar de sus campañas), pelear a las malas o, directamente, tener que pleitearte.

Si los susodichos departamentos de promoción y prensa de las empresas se dedicasen primero a saber con quién tratan y qué terreno pisan, es decir, no ya a escuchar sino sencillamente a hacer su trabajo, ¿no nos ahorraríamos todos un buen montón de molestias y de tiempo perdido?

 

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Cartografía sentimental (CXXVIII) – Ahora o nunca: la vida en movimiento

<<<5 cosas>>>

por las que ha merecido la pena seguir vivo en el día de hoy:

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1.

El vídeo de ese estúpido globo que da vueltas sin sentido, pero que crea una ilusión de movimiento, propósito y utilidad de la obra «Sin título» del artista Nicolás Bacal:

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2.

El vídeo de the Pipettes «Boo Shuffle» (2011) en el que vemos a la troupe de bailarinas The Actionettes aprendiendo las coreografías de la canción.

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3.

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Les imagino al tanto de la llegada espectacular de ese pequeño monstruito alienígena que es la librería La Central de Callao, en Madrid. Y de las largas colas, y los intelectuales de relumbrón y editores y escritores internacionales llegados para su presentación en sociedad -aquí-.

Si pinchan en la fotografía pueden ver un vídeo donde Martín López-Vega nos da una vuelta por la megalibrería y nos va enseñando sus diferentes secciones y recovecos (pues el edificio es un magnífico palacete del s. XIX). A mí me da que sí, que mucho libro y todo eso, que la cultura, bien, gracias, pero que la clave de todo este macroespectáculo literario está justamente en esa gruta ahora vacía que nos enseña al final del vídeo López-Vega y donde se nos dice que se abrirá un bar de copas. ¿Se acuerdan de lo de Borges y el verso de Dante? Pues eso mismo, salvando las distancias, claro.

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4.

El grupo de Las Vegas Imagine Dragons, considerados por la revista Billboard una de las 2012’s Brightest New Stars, y su interpretación en directo -y en acústico- del tema «It´s time».

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5.

*

Y hablando de la revista Billboard, la crítica mexicana de arte contemporáneo Avelina Lésper relaciona el objeto de consumo al modo de los hits de las revistas de tendencias y música con el arte actual.

Así, dice en su blog –aquí-:

«El arte contemporáneo insiste en que sus obras sean apreciadas desde un contexto histórico que fácilmente se desvanece, aun con las obras expuestas dentro de la sala, esto las limita al grado de no tener más sentido o valor que la música pop.»

[….]

Decir que el artista debe crear con los elementos de su tiempo y que este tiempo está sometido a las formas y hechos más inmediatos y accesibles al espectador fijan una fecha de caducidad en cada obra, la convierte en endogámica y reduce al máximo la construcción de significado. El arte deja de ser universal para ser localista; ya no es transhistórico, se etiqueta y forzosamente se ideologiza»

Y acaso lo más importante:

«El arte debería superar los significados momentáneos para despertar significados trascendentales.»

Ahora o nunca, pues.
Se hace del todo urgente re-pensar y recuperar la validez del arte contemporáneo y así de la literatura que, como hemos repetido aquí en muchas ocasiones, se halla en un trance muy muy parecido.

– – – – – – – – – – –

ADDENDA:

*

*

Siento que Rodrigo Hasbún no ha tenido mucha suerte con los lectores españoles.

Y es un muy buen narrador, serio y con una poética muy clara.

Ya escribí sobre su libro de cuentos Los días más felicesaquí– y creo que es un autor a (re)descubrir.

El caso es que el blog de la editorial y librería argentinos Eterna Cadencia ha publicado recientemente uno de los relatos de Los días más felices. LLeva por título «La casa grande» y vale la pena que le echen un ojo –aquí– y a ver si así alguien se anima a leer su libro y le insufla a sus cuentos un poco de vida lectora.

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Conspiraciones

Y es así, de verdad, que todo (hoy) parece conspirar contra uno: el dolor de cabeza (especialmente el dolor de cabeza), la lluvia que viene anunciándose desde hace días y no ha traído más que su potencialidad y la impaciencia porque se presente de una vez (y los millones de iones dispersos en el ambiente, en orgía bruta). Y qué decir de ese calor que ya no es calor sino ausencia de frío.

O acaso la infamia de ese cigarrillo que no prende, de esa luz que parpadea inopinadamente, de ese montón de libros sobre la mesa y su grito callado. Y más aún: un artículo que aguarda desde hace semanas y para el que no podemos más que garabatear algunas imprecisas notas.

Ah, y esos versos de Hölderlin, de su poema «Canción del destino de Hyperion» y que me brincan tan pronto abro el libro.

Dicen:

«Pero a nosotros no nos es dado / descansar en nigún lugar» [1]

Y en esto pienso, en que hoy tuve el gozo de una siesta plúmbea. Pero, sin embargo, nada. Un cansancio funéreo que me acosa ahora, y ya desde hace rato, y me derriba; un cansancio al que, a duras penas, me resisto como de rodillas, caminando cual penitente sin maldad o culpa que le asista.

Sí, aquí, sin razón aparente que me hunda en el respaldo de cuero del asiento, pegándome como se pega un plástico a la carne, aquí me hundo, y la espalda y su falsa verticalidad de mantequilla.

Ah, no sé. Lo único es que sí, todas las cosas andan conspirando ahora, en la madrugada inapetente; la pregunta, sin embargo, es: ¿pero realmente conspiran a la contra o en mi favor? Es decir, buscando alejarme de ese algo que no consigo adivinar, ¿me condenan o me salvan?

Difícil saber cuándo una enfermedad del alma es un alivio somático o acaso una condena.

Yo, me siento incapaz de discernirlo; ahora.

– – – – – – – – – – –

[1] . Friedrich Hölderlin. «Canción del destino de Hyperion», incluído en Poemas, Introducción y traducción de José María Valverde. Ed. Icaria Literaria. Barcelona. 1983. (p. 59)

– – – – – – – – – – –

*

POST-SCRIPTUM:

Ayer por la tarde se fallaba el Premio «Mejores Blogueros Jóvenes de Ensayo 2012» –aquí– auspiciado por la editorial Ariel y como celebración de su 70 cumpleaños. En la nota que difundió la agencia EFE –aquí-, ya de madrugada, se hacían eco de lo siguiente:

«El conseller [Ferran Mascarell] ha finalizado su intervención pidiendo participar como oyente en las deliberaciones del jurado para la próxima edición de este premio y ha alabado el nuevo reto de afrontar el ensayo a través de las nuevas tecnologías asumido por esta editorial.»

Fíjense qué fácil sería disipar dudas sobre la honestidad de los jurados, la calidad de los textos finalistas y las razones por las que se premian unos textos y no otros. Cuestión de transparencia. Es muy fácil: permitan que en los concursos literarios las deliberaciones si no abiertas al público en general sí estén, al menos, abiertas a la presencia de los participantes o de una serie de personas que ejercerían, por así decir, un «sistema de control». Es una manera muy sencilla de evitar las suspicacias, y las muchas veces fundadas sospechas de tongo.

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Turismo de colección

Martin Parr, España. Barcelona. Parque Güell. 2012.

1.

En su ópera prima, Leaving the Atocha station (Granta Books, 2012), el poeta norteamericano Ben Lerner novela su estancia de un año en Madrid, becado para la realización de lo que él llama–no sin cierta afectada grandilocuencia- “su proyecto” (poético), que se basa en la idea de componer un largo poema sobre la respuesta literaria a la Guerra Civil Española.

Hacia el final de su estancia, el protagonista confiesa sentirse en una suerte de inexistencia.

De un lado, nos dice, refiriéndose a la vida que ha llevado durante la estancia que ya finaliza: “esta vida no es real, no es la mía, este casi año completo de ser un turista, pues esto es lo que sin duda he sido, suficiente” (el subrayado es mío) [1]. Pero, al poco, se plantea si no será más verdadero el razonamiento contrario, y que es el siguiente: “esto [mi vida en España], esto es la experiencia, y no porque las cosas en la península ibérica sean intrínsecamente más inmediatas, sino porque el paisaje y mi relación con él no están todavía totalmente estandarizadas” [2].

Su contradicción, sin embargo, se resuelve con elocuente facilidad al constatar la certidumbre de que: “estaba destinado a reproducir la familia burguesa, no importa cuánto temiese dicha posibilidad o hubiese querido posponerla” [3].

Se diría que el turista contemporáneo, ese espécimen de la clase media global, vive su estancia vacacional en ese punto medio del que habla el protagonista de la novela de Ben Lerner: el de una inexistencia fatal, pre-destinada.

Y en los objetos que servirán de remembranza de esa suerte de presencia ausente es donde indaga la exposición Souvenir. Martin Parr, fotografía y coleccionismo que se muestra en la actualidad (y hasta el 21 de octubre) en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) y está comisariada por Juan Pablo Wert Ortega.

2.

Souvenir tiene tres partes bien diferenciadas.

De un lado, varias series de fotografías del fotógrafo de la agencia Magnum, Martin Parr (Surrey, Reino Unido, 1952), relacionadas con el turismo (sus títulos: “Autorretratos”, “Clase turista”, “Lo que hay que ver”, “Las playas”, ”El menú turístico” y “Barcelona”), así como una muestra de 150 variopintas postales relacionadas con el turismo. Ha de decirse que las fotografías provienen de una selección de material ya fatigado en diferentes libros del fotógrafo inglés, excepto la serie Barcelona, creada específicamente para esta exposición.

De otro lado, se presentan una serie de objetos sacados de la colección del propio Parr, fetiches y souvenirs sobre “la conquista del espacio”, “Margaret Thatcher” y “la guerra del Golfo”. A ello se le suman seis libros de fotografía seleccionados por el propio Martín Parr (quien, según se nos dice, posee la más importante colección mundial de libros de fotografía y fotolibros)

En tercer lugar, se nos presenta la colección (que mezcla el souvenir con la obra artística de pequeño formato) del coleccionista Juanjo Fuentes, tal cual está permanentemente dispuesta en su casa malagueña, pues forma parte de la decoración de la misma. Sobre dicha colección se presenta la última serie de fotografías de Parr, específica también para esta exposición, y que lleva por título “Visita de Martin Parr a la casa de Juanjo Fuentes”. La idea de Parr es poner la cámara muy cerca de los objetos coleccionados para que éstos revelen el por qué son coleccionados. El traslado de la colección de Fuertes está documentado gracias a un vídeo de Margarita Villarejo.

Además, se nos ofrece para su visionado un extracto de unos diez minutos de la película Les carabiniers (1963), de Jean Luc-Godard, en el que se muestran postales de los diferentes lugares del mundo como si fuesen tesoros.

3.

Podríamos decir, siguiendo la dualidad que hemos planteado al principio, que la exposición se mueve entre dos polos: el souvenir clásico visto como objeto que reproduce una realidad, y el souvenir como postal/fotografía/auto-retrato que reproduce digitalmente el objeto y su mundo circundante, pero con la inserción del sujeto que antes miraba y ahora se mira a sí mismo a través de los otros.

Vale la pena notar que tal dicotomía deja afuera la noción del “souvenir por extracción” formulada por el comisario Óscar Guayabero en su exposición de 2009 en el Disseny Hub de Barcelona y que llevaba por título “Efecto souvenir”. En ella, Guayabero se refería con este concepto a cómo los objetos cotidianos pueden ser extraídos por el turista de su medio natural para convertirlos en un recuerdo nostálgico.

Aquí, en Souvenir, tal efecto nostálgico proviene del lado de la fotografía/postal souvenir, en tanto que el souvenir clásico (los objetos tanto de Parr como de la colección de Fuentes) harían las veces de objeto fetiche, (des)vinculados, eso sí, de cierta noción de lo sagrado y equiparados al objeto acumulable del coleccionista. Pues una de las tesis de la exposición es que el único modo posible de coleccionar en la cultura de masas es sirviéndose de lo banal como objeto de coleccionismo.

Y tal coleccionismo, serviría, en principio (y según Wert), para procurar un conocimiento privilegiado de la clase media global.

4.

Lo más relevante de la exposición es esa idea del coleccionismo, tomada de Susan Sontag al decir que “coleccionar fotografías es coleccionar el mundo·”. Idea, empero, que ha de matizarse, pues no sirve cualquier fotografía como testimonio del viaje, sino aquella en la que el turista ejerce –por así decirlo- de anfitrión, aquella en la que el turista posa, entre una marabunta de otros turistas que igualmente posan, frente al lugar señalado como de interés turístico.

“Mi teoría”, escribía Parr en su blog el pasado mes de abril, “es que el acto de fotografiarnos a nosotros mismos frente a los lugares turísticos se vuelve tan importante puesto que nos reafirma en el convencimiento de que formamos parte del mundo reconocible”. En otras palabras: que nuestro viaje no es quiebra de la normalidad sino continuación suspendida de nuestra vida cotidiana.

Así, el turista no es ya ese observador semiótico que re-semantiza el objeto, sino aquel quien se incluye en la representación o performance que tiene lugar frente a los espacios de culto. Esto se vuelve muy evidente si nos fijamos en la libertad desprejuiciada con la que el turista posa en las fotografías, sirviéndose de esa comodidad familiar que le permite el marco (el enclave turístico como extensión efímera del hogar), esa suerte de confianza solidaria y que marca el inestable punto de tensión en el que se debate su viaje.

De este modo, la fotografía (en la que es inevitable la inclusión del propio sujeto) vendría a representar la tregua que, por un momento, firman la imposible experiencia verdadera del viajero y la estandarización propia del nativo entre las que el turista se debate.

En la misma, queda como fondo el objeto real, tal que símbolo del fracaso mismo del viaje, cuyo único motivo era el de poder mostrar (a posteriori) esa fotografía y decir: yo estuve allí.

En otras palabras, la fotografía/postal al modo del autorretrato grupal no quiere ser testimonio de la experiencia sino de la emoción. Así, no sirve como memoria de un acontecimiento, sino como recordatorio del “estado mental” vinculado a un proceso.

Siendo así, no resulta extraño que su soporte sea intangible (una fotografía digital), fácilmente manejable y de cómoda manipulación por esa contemporaneidad digital de nuestro mundo que es hoy Internet.

La lección de antropología que extrae quien visita la exposición es de puro desasosegante: la clase media global, parece que se nos diga, está destinada a reproducir los comportamientos burgueses, por mucho que se esfuerce ésta en testimoniar lo contrario, moviéndose frenéticamente de un lado para otro. Y su corolario: el viaje no es más que un intervalo breve entre vidas que permiten ser coleccionadas, igual que cromos que, como todo el mundo sabe, son fácilmente intercambiables en los mercados dominicales.

*

[1], [2] & [3] Ben Lerner, Leaving the Atocha station (Granta books, 2012) [pp. 163 &164] (traducción del autor)

– – – – – – – – – – –

*Este texto ha aparecido publicado en la revista chilena de arte contemporáneo Artishockaquí– [16-Septiembre-2012]

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Prescriptores

Leo en un artículo de El País firmado por Andreu Manresa –aquí– y que lleva por título Formentor cultiva los mitos literarios ante el tsunami de la crisis lo siguiente:

«Para frenar un previsible “tsunami” se reclamaron acciones coordinadas de libreros, autores, lectores, editores y gobiernos. Distintos ejecutivos culturales y vendedores vindicaron dar protagonismos, nuevas alas a los que llaman «prescriptores», personas que sugieren libros desde los diarios, tienen liderazgo en la red o atienden en vivo al lector en las librerías, tras haber hablado con el editor o el autor.»

(las negritas son mías)

Y me parece correcto, justo e inteligente.

Sin prescriptores, la cultura se vuelve un campo minado. No se trata de buscar popes, pero sí de personas que criben, personalidades con una sensibilidad y unos criterios claros, una línea de opinión y una manera sistemática de enfrentarse estéticamente a la realidad de la cultura.

Así, entusiasmado (e ingenuo), miro la lista de participantes en las Conversaciones Literarias de Formentor.

En el listado de participantes (que se puede consultar íntegro aquí) solo aparecen escritores, periodistas, editores, investigadores y libreros.

¿Y los prescriptores? ¿No eran tan importantes?

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Recuerdos entrecruzados

Escribe Marcel Proust:

«A partir de cierta edad, nuestros recuerdos están tan entrecruzados unos con otros, que la cosa en la que pensamos, el libro que leemos, carece casi de importancia. Hemos puesto parte de nosotros mismos por doquier, todo es fecundo, todo es peligroso y podemos hacer descubrimientos tan preciosos en los Pensamientos de Pascal como en un anuncio de jabón» [1]

[1] Marcel Proust. Albertine desaparecida. Traducción de Carlos Manzano. DeBolsillo. Barcelona. 2008. (pp. 135 & 136)

Pensando en esto me deleito con varios vídeos del grupo Little Hurricane, un extraño dueto que convoca en mí razonables parecidos con los White stripes, pero que, sin embargo algo tienen, no sé qué, que me parece un descubrimiento.

*

*

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Cosas de verdad

1.

Intento leer Versiones de mi vida (Pre-textos, 2010) del así llamado escritor Pedro-Juan Valencia y ya en la misma biografía se adivina el fake. En un artículo de la revista Arcadia –aquí-, escribía Luis Fernando Afanador que tal pseudónimo pertenece al escritor Darío Jaramillo. Saber tal cosa me hace desistir por completo de la lectura del libro.

Me acuerdo de Antoni Casas Ros y la verdad que no me dan ganas de juegos literarios. O mejor dicho, para mí el juego literario es otra cosa, algo lúdico, pero serio, no infantilismos ni apuestas secretas o chanzas privadas que se muestran públicamente con la connivencia de todos los implicados en la cadena del sector del libro.

En la pág 181 escribe Pedro-Juan Valencia:

«No soy más que un tributador de homenajes a Stevenson o Dickens, a Thackeray y a Fielding […] estoy convencido de que no tengo nada que enseñar […] Si fuera a caracterizar en términos de creación literaria mis dos novelas, una publicada, y estas autobiografías, diría que todos son homenajes».

Yo, dados a homenajear a algún autor, pienso que con leerlo ya nos basta.

– – – – – – – – – – –

2.

Buscando cosas de verdad me encuentro con un artículo titulado «Nueva Inglaterra» de Germán Carrasco –aquí– donde cuenta que va a visitar «la iglesia-museo en donde comienza Moby Dick» donde va a leer sus  poemas y que le asombra saber que «la proa del barco que hace de altar desde la que el cura dicta el sermón bíblico con el que comienza
Moby Dick» es falsa.Que fue un detalle de Melville que no existía en aquella época, pero que, ante la insistencia de la gente, decidieron construirla para gozo de los visitantes, que querían verlo igual que lo habían leído en el libro de Melville y visto en la película de John Huston.

Y esto, más que homenaje, se me antoja una bella claudicación de la realidad en favor de la ficción.

– – – – – – – – – – –

3.

Y hablando de verdades y, así, de escritura autobiográfica y del género de las memoirs, encuentro una serie interesantísima de entrevistas en podcast  de la revista Beatrice, que dirige Ron Hogan, y que lleva por título Life storiesaquí-.

En ella hacen entrevista a escritores de memoirs sobre sus vidas y se indaga en el arte de la escritura de las memorias.

De momento llevan quince capítulos, y han entrevista a Gideon Lewis-Kraus –aquí-, Anthony Swofford –aquí-, Steven Rinella –aquí-,  Daniel Smith –aquí-, Alyssa Harad –aquí-, Cris Beam –aquí-, Gary Marcus –aquí-, Sandra Beasley –aquí-, Jenny Lawson –aquí-, Kambri Crews –aquí-, Cheryl Strayed –aquí-, Tim Anderson –aquí-, Rachel Shukert &  Rev Jen –aquí-, Storm Large –aquí– y Heather Donahue –aquí-.

Las sesiones se suelen grabar en un estudio, en directo, y con público, normalmente en Manhattan.

Pura realidad.

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ADDENDA:

Y hablando de la realidad aplicada al lenguaje, Luís Vicente de Aguinaga escribe una interesante nota en la Revista Crítica de la Universidad de Puebla (México) –aquí– sobre la poesía de Antonio López Mijares.

Dice así:

«La poesía de López Mijares parte de una con­vic­ción, a saber: que todo tiene sig­nifi­cado pero casi nada tiene sen­tido. A seme­jante dilema, que define como “la ironía de atarse al/sentido”, el poeta responde com­poniendo frases que desmonta él mismo para­le­la­mente. Con qué puede hac­erse un poema, en efecto, sino con “pal­abras que le devuelven/nitidez a lo inexpresable”

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(Otro) apunte sobre los e-mails

Da rabia recibir un e-mail en el que se le dice a uno que le rechazan el texto que ha propuesto para determinado magazine literario.

Claro que sí.
Da muchísima rabia. Uno se enoja con rapidez, de manera fulgurante. Se convierte uno en un bravucón toro enrabietado.

Y uno entonces quizá le da un patada a la silla o acaso piensa en que mejor un puñetazo contra la pared, incluso le tienta a uno el diablillo que nos habita la autoestima y saca a colación una ristra de insultos en los que uno se acuerda de toda la familia del consejo de redacción del magazine literario. Sí, a veces incluso no hace falta elegir entre ninguna de las tres opciones pues todas ellas comparecen de manera simultánea.

Lo repito: que un magazine literario te rechace un texto tiene el efecto de que tu ánimo se vea dominado -¡zum!, con la velocidad del rayo- por la más brava cólera y la ceguera más absoluta, una ceguera pendenciera y brutal.

Sin embargo, siendo esto así, resulta diez mil veces peor que un magazine literario no solo no te dé contestación al respecto de una propuesta que tú has hecho con la mayor candidez, sino que, encima,al solicitar la clarificación de un dictamen, no se dignen ni a contestarte.

Y cuando uno escribe ese mail segundo, para cerciorarse de que su texto no es requerido para la publicación en la tal revista, no se lleva tal acción por resquemor, amargura, o acaso por querer que nos digan a la cara que no nos quieren (sí, esa cosa adolescente del valor -a qué no te atreves a decírmelo a la cara, etc-; en fin). Qué va, la cosa es de lo más prosaico: uno lo único que quiere es tener la seguridad de que el texto presentado a dictamen no es del interés de los dictaminadores y así poder enviarlo libremente a otra revista, sin comprometer su inedición.

Y sé de lo que hablo, pues me ha sucedido que alguna revista que no solo no me ha dado confirmación de la recepción de un texto ni tampoco ha mostrado su interés por el mismo (ni respondido mis mails), finalmente ha acabado publicándolo (sin tampoco avisar, claro) y de esto me he enterado eventualmente por la alerta de google. Y dada tal situación, es más que probable que uno (yo), tras meses de no haber recibido repuesta, haya mandado ese texto a otro sitio, e incluso es más que probable que ese texto ya ha sido publicado por esa segunda revista (sin saber uno que ya fue publicado antes por el editor silente y que, por tanto, el carácter inédito que uno le había prometido al segundo editor ya no es tal).

Y dada tal situación a ver cómo uno explica -sin quedar como un necio- tal situación al segundo editor, el cual es más que probable que piense que le hemos mentido y que somos unos escritores poco serios. Y a nosotros, que nos sentimos unos memos, no se nos quita de la cabeza la idea de que con un sobrio mail de dos líneas se podría haber solucionado este triste desaguisado.

Y todos tan contentos; así: dando un par de patadas a la silla, un puñetazo a la pared, soltando dos o tres o cincuenta tacos y ya.

 

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ADDENDA:

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Leo un artículo de Brett Nelson en la revista Forbes que lleva por título Fifty important lessons New York City taught meaquí-.

En él, en su lección número 48 dice:

*Communicate Like A Grownup: Call to discuss, email to confirm.

Quede dicho, pues.

 

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Escribe de lo que sabes

Mark H. Miller «Write a word» (1972)

1.

Escribe Philip Hensher en the Telegraph –aquí-:

«The London novel is currently enjoying a bit of a renaissance».

Lo escribe al hilo de la nueva novela de Zadie Smith, NW, pero también de algunas otras (de John Lanchester, Sebastian Faulks o Blake Morrison). Y sobre Londres (comparada con otras grandes ciudades de otros países) dice:

«Other nations have written about their major cities in a compelling way, but very few have been able to talk about them as places where everyone, from every point on the scale, mixes «

Y termina su artículo de la siguiente manera:

«Has there ever been “The Great London Novel”? No: there is too much there to cover.»

– – – – – – – – – – –

2.

La propia Zadie Smith ha declarado en el Edinburgh internacional book festivalaquí– que su intención para con NW era replicar la experiencia de Londres a través de una prosa discontinua (con visos de fragmento) y con diversas variaciones estilísticas.

«Se podría imaginar el mismo libro escrito en un tono más homogéneo», ha dicho la escritora inglesa, «pero la ciudad en la que yo crecí no era así».

Y concluye Smith: «la vida no es homogénea y perfecta, y eso quería repetirlo, también».

En otras palabras, después de haber escrito On beauty, novela ambientada en los States y sobre la que todavía hoy recibe mails de gente que le señala cosas incorrectas, Smith ha decidido que es hora de escribir sobre lo que se conoce: la zona Noroeste de Londres.

Ella lo ha dejado dicho de una manera más concluyente: «ya Nueva York tiene mcuhos escritores, así que no hace falta que me una yo también».

El consejo es diáfano: busca tu espacio literario, que no va a ser más que tu espacio personal, ese del que conoces a la perfección su aroma, su sabor, su color, sus texturas. Déjate de tratar de novelar tu experiencia de quince días en Nueva Tork, tu visita de dos meses a China o tus hipótesis sobre cómo viven los granjeros de Iowa de los que no tienes ni la más remota idea.

– – – – – – – – – – –

3.

Vale la pena demorarse un segundo en un pensamiento que parece más que generalizado: no nos interesan los escritores jóvenes en español. Las lecturas de sus libros no nos atrapan, nos dejan indiferentes o más bien fríos y eso cuando conseguimos (si es que esto felizmente sucede, en muy pocos casos) hincarles el diente habiendo sido capaces de sobreponernos al pasmo de la contraportada o las chorradas con que decoran la biografía.

Y una pregunta: ¿por qué?

Respuesta: porque hablan de cosas de las que no tienen ni idea, y sus textos parecen -y son- fakes.

No hay en ellos vida y, por lo tanto, tampoco hay verdad.

Escriben en base a clichés culturales, a referencias camp o a paisajes turísticos.

Y la pregunta es, ¿por qué? ¿por qué ese miedo a describir la experiencia contemporánea -real- del mundo facticio?

¿Acaso las ciudades españolas no merecen ser descritas, nada hay en ellas que las haga particulares, y así a los individuos que las habitan?

En mi opinión, negar la ciudad es negar la propia experiencia individual (ligada a esa ciudad y, por lo tanto, nuestra verdad histórica).

– – – – – – – – – – –

4.

Solo un apunte y que debería ser suficiente para dar por zanjada esta breve disquisición: dos de los escritores españoles más reconocidos en el extranjero, más reputados, admirados, leídos y queridos son de fácil adscripción a una ciudad.

De un lado, el Madrid de Javier Marías y, del otro, la Barcelona de Enrique Vila-Matas.

Saquen sus propias conclusiones.

– – – – – – – – – – –

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ADDENDA:

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Leyendo azarosamente los aforismos de Lichtenberg (y como si todo estuviese relacionado, que sí, que lo está), me encuentro con lo siguiente:

«Sería ciertamente muy útil presentar al mundo los escritores que, aun conociendo a otros anteriores a ellos, se han inspirado sólo en sí mismos. Únicamente de ellos se aprende, y son sin duda muy pocos, por lo que cualquiera podría leerlos fácilmente. Los otros acuñan con troqueles ya hechos y, en sentido estricto, son monederos falsos» [1]

[1] Georg Christoph Lichtenberg, Aforismos, Edición de Juan del Solar, Edhasa, Barcelona, 2002 (p. 254)

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BOLA EXTRA:

El próximo lunes 17 de septiembre y a las 19:30 Teju Cole mantendrá un diálogo en el CCCB (Barcelona) con el escritor Patricio Pron sobre el tema Ciudad abierta (que es al tiempo el título de su segunda novela que en castellano acaba de publicar El Acantilado y en catalán Quaderns Crema) y que versará sobre diferentes temas relacionados con la diversidad, la inmigración, la violencia y la pervivencia de las fronteras y la convivencia en la ciudad.

Caso de que no puedan ir, sepan que el CCCB va a registrar la conversación en video y pronto estará disponible en su web.

+ info: aquí.

Y si quieren echarle un vistazo a las primeras páginas de la novela de Cole, en traducción de Marcelo Cohen, pueden hacerlo aquí.

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Confesiones y guías, de María Zambrano

Una de las preocupaciones fundamentales de la filósofa española María Zambrano (1904-1991) en su exilio –por causa de la guerra civil– y que se prolongó durante 45 años, y que la llevó a peregrinar desde México y Puerto Rico hasta La Habana, pasando por París o Roma, es la de cómo reparar el abismo infranqueable entre razón y vida. En Confesiones y Guías, Zambrano nos ofrece dos modos literarios (o formas del pensamiento) con los que perseguir una forma del pensamiento distinto del filosófico, incapaz –en su opinión– de transformar el conocimiento puro en conocimiento activo. La primera de esas formas es la Confesión que, como género literario, es propio y exclusivo de la cultura occidental y aparece en momentos decisivos, en esos momentos, nos dice Zambrano, “en que parece estar en quiebre la cultura” (como hoy mismo, cuando el hombre ha perdido la intimidad consigo mismo). La Confesión es palabra, viva voz y a diferencia de la novela, que crea otro tiempo (el tiempo del mito), y de la novela autobiográfica, en la que el sujeto revela una cierta complacencia sobre sí mismo, es el lenguaje del sujeto en cuanto tal.
La Confesión surge de una desesperación que antes fue queja, en aquel sujeto en estado de confusión y dispersión y es “salida de sí en huida”. Y ello porque el sujeto se siente humillado, por sentirse en abandono, “fuera de un orden” y la Confesión le ofrece una esperanza: la sensación de unidad que no posee la fragmentariedad de la vida humana.
La Confesión, que se suele producir por una evidencia, se nos ofrece así como salvación a la pérdida de la realidad que hemos sufrido por causa del post-racionalismo, pues según Zambrano, nos pone en situación de recibir a la vida y de alguna manera, recobrar “algún paraíso perdido”. Por ello, es necesariamente contraria a la búsqueda romántica y postromántica (y en la que se diría que todavía nos encontramos hoy) de los paraísos artificiales y que supone “una nostalgia terrible de una vida donde la realidad responda exactamente al deseo”. Y las Confesiones no son solo útiles para quien las escribe, sino también para quien las lee, pues según Zambrano, “obligan al lector a verificarlas, le obligan a leer dentro de sí mismo” (y tal condición ejecutiva es su única exigencia para ser considerada Confesión). El exceso de conciencia de los surrealistas revelaría, según Zambrano, su método y haría del surrealismo la forma confesional de nuestros días. Una forma confesional, sin embargo, más valiosa por su método que por sus logros.
La segunda de las formas de pensamiento de las que nos habla Zambrano es la Guía y que, a diferencia de la confesión, está polarizada al que lee, y en ella se da cuenta de una situación vital de la que se quiere hacer salir a alguien. De lo que andaría más cerca, formalmente, sería de un tratado filosófico, pero dirigido a aquel que no sabe filosofía y es incapaz de hacerla. Así, tendría la Guía la pretensión de sistematizar las experiencias de la vida, en una suerte de método, servido en base a una idea que sirva de inspiración. Puesto que “vivir bien no es solamente cuestión moral sino de estética”.
El volumen consta de cinco textos, de los cuales solamente uno es inédito (el que lleva por título “La Guía”); texto que se trataría quizá, nos dice Pedro Chacón, compilador del volumen, de un ensayo preparatorio para su proyectado libro –pero nunca escrito– sobre las Guías españolas. En él, Zambrano viene a decir que el Quijote sería la Guía máxima de “la intrincada vida española” y nuestro mayor libro de moral y “aun de metafísica”. De los otros dos textos restantes, uno lleva por título “Una forma de pensamiento: la Guía” y no sería más que una suerte de híbrido o resumen de los dos primeros textos (los más largos), una sobre la Confesión y otro sobre la Guía (a los que nos hemos referido antes), cerrándose el volumen con un artículo dedicado al místico español Miguel de Molinos y motivado por la aparición en 1974 de la Guía Espiritual, en edición de José Ángel Valente.

El volumen trae además unas bellas (y sobrias) ilustraciones de Miguel Ángel Moreno Gómez que sirven como separadores de los diferentes textos, dándole al volumen ese toque vivaz y humano –poético– que demandaba Zambrano para su filosofía.

*

Confesiones y Guías, de María Zambrano. Edición, introducción y notas de Pedro Chacón. Ilustraciones de Miguel Ángel Moreno Gómez. Editorial Eutelequia, Madrid, 2011, 166 páginas.

*Esta crítica, con el título de «Razones para vivr la vida» se ha publicado en la revista argentina BocadeSapo –aquí– [12-Septiembre-2012]

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