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Sobre la posibilidad… en la literatura


«No es tan importante hacer las cosas como saber que puedes hacerlas. La posibilidad es excitante, aunque no la uses» [1]

En efecto,

totalmente de acuerdo con las palabras expresadas arriba de Karl Lagerfeld;

sería mostrenco no felicitarse por la libertad que concede lo posible.

Aunque el mero regocijo sería también cosa de necios.

O sea, que, como ya se preveía, la posibilidad es una paradoja en sí misma.

Una exageración, pues. Porque todo, absolutamente todo en el mundo, trae como punto de partida una posibilidad.

Y no, tampoco hace falta concentrarse en justificaciones de la filosofía existencialista, ni en la especulación de la materia de los presocráticos, ni en la filosofía del lenguaje, ni…

No, lo demostraré con un ejemplo histórico bien elocuente.

Veamos, vamos a escuchar a Pere de Vaux de Cernais, celebrando -exageradamente- la muerte del conde de Tolosa, y duque de Narbona, visconde de Besiers i de Carcassona,

don Simón de Montfort:

«La seva mort fou la mort de tota cosa, perquè era el consol dels afligits, el coratge dels febles, el refugi dels dissortats» [2]

Y, en efecto, fue Simón considerado un mártir de las cruzadas del siglo XIII, sí, pero su gloriosa muerte se debió a una tonta muerte provocada por una piedra lanzada desde una catapulta que le arrancó los dientes, el cerebro, la frente y lo dejó literalmente negro.

¿Saben quién fue el feroz contrincante que le sacó de cuajo la cabeza a nuestro valiente guerrero?

Una púber jovencita occitana de la ciudad de Tolosa.

Como lo oyen.

¿Ven, pues, qué maravillosa resulta la posibilidad aplicada a la literatura?

En fin, en términos morales, sería algo así como lo que sigue:

«Nuestra idea de la justicia va variando según nuestras necesidades y siempre consideramos que lo necesario puede ser también justo» [3]

De lo que se concluye, pues, que lo que nos excita de la posibilidad es su capacidad de ser adaptable a nuestras convenciones éticas.

Porque:

«Lo único seguro sería no decir ni hacer nunca nada, y aún así: puede que la inactividad y el silencio tuvieran los mismos efectos, idénticos resultados, o quién sabe si todavía peores» [4]

Lo cual demuestra de nuevo la paradoja,

pues la posibilidad, finalmente, se ve doblegada sin remedio a nuestro ideario sentimental, político y estético.

¿existe entonces realmente la posibilidad?

En otros términos:

a pesar de ser totalmente libre (al menos en su punto de partida), al escritor le gobierna la ineludible carga de su individualidad.

Así no veo cómo podríamos hablar plausiblemente de posibilidad.

Un apunte final: si tomamos en cuenta el látigo de Truman Capote… (ya saben, aquello de que Dios le da al artista un don que es a la vez un castigo),

y le damos la vuelta al enunciado, no nos queda más remedio que preguntarnos si es posible que un escritor no escriba.

Mi respuesta es un NO rotundo.

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Videoclip del día:

Un solo botón – Nu Niles

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[1] Karl Lagerfeld, en entrevista con Eugenia de la Torriente. «El último superviviente»El País Semanal. 01-11-2009.

[2] Jordi Ventura. «Pere El Católic i Simó de Montfort». Ed. Selecta-Catalònia. Barcelona. 1996. [pág 294]

[3] & [4] Javier Marías. Mañana en la batalla piensa en mí. DeBolsillo. Barcelona. Enero de 2009.  [pág 143 & 147]

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