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Cartografía sentimental (CXXI) – Algunos poemas buenos (de algunos autores contemporáneos)

<<<5 cosas>>>

por las que ha merecido la pena seguir vivo en el día de hoy:

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1.

El poema «Nevera vacía», del poemario Mantener la cadena de frio (Pre-textos, 2012) de Andrés Catalán & Ben Clark.

NEVERA VACÍA
El ahorro es un lujo.
F. SCOTT FITZGERALD

Nuestra nevera nunca estuvo llena.
Se congelaba, hacía ruidos raros
como diciendo «mira, no me usáis,
vendedme a alguien del barrio, no será muy difícil»
–todo esto, claro está, en un lenguaje
propio de las neveras;
un idioma sintético, volátil,
una lengua compleja, cargada de freón–.
Con todo éramos pobres para poder tener
la nevera vacía,
debíamos llenarla de algún modo.
Fue mi mujer quien dio la idea de los libros.

Sacado de aquí.

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2.

El poema «Mining», de la poeta Tatiana Forero Puerta, y que dice así:

the silence after

I want you and

would you like some tea

is not equivalente.

Gaps may be

closer to breath

our native tongue,

than words we fill in

holes called understanding,

a precipice in the sand,

shovel in hand working

loudly and mad,

each small grain falling away

to come back.

What if yes

was not an answer

but a prayer

stillness its reply [1].

[1] Tatiana Forero Puerta, «Mining», incluído en Assisi, An online journal of arts and letters, A publication of St. Francis College, Brooklyn (NY) – Volume I – Issue I – Spring 2010 [Se puede leer el número íntegro aquí]

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3.

El poema «Neuro Gesta» de Álex Portero Ortigosa, incluido en su libro Irredento (Endymion, 2011):

La música es vapor que se enrosca alrededor de su cuerpo
desde los pies hasta el cuello, hiedra, seda, sudor, un orgasmo
exógeno, un soplido caliente detrás de la oreja, una
serpiente de terciopelo que se arrastra por todo su sistema nervioso,
dos serpientes, tres, seis, doce, veinticuatro, larguedades infinitas
lamiendo imbricados caminos neurológicos, ramas y raíces
que amalgaman dolor y placer, el torrente sanguíneo se le ha convertido
en un alambique mágico del que brotan toda clase de drogas,
esencias, hilos de sexo… Como hiedra, cada nota una
extremidad vegetal que toma un miembro para sí, la bendición de
los ojos en blanco está a punto de ser repartida a diestro y siniestro.
Violencia
           Carcajada
                        Llanto
                                 Exhibición
                                               Vanidad
                                                           Descenso
                                                                         Entrega
Hasta que…
Llega el paroxismo mudo, procesión hueca de todos los hombres
y todas las mujeres que guarda dentro, la revelación mistérica, la
maldita verdad que no quiere escuchar y que muere por gritar al
vacío… Aquella bruma viscosa con la que ha estado retozando en
el templo de la nada se transforma en letanía, toque de campanas,
eco alcohólico, cristal, ambigüedad, un rostro por cada tañido, recuerda
exactamente cada olor, cada terreno sobre el que ha cabalgado
como un jodido escita desbocado, un perverso santoral
nimba su figura, cuerpos desnudos, anudados, voces, gemidos, órdenes,
gritos, palabras como fresas salvajes, aliento a láudano,
mazmorras, paraísos, neones, maleza, pequeñas muertes… Es súcubo,
es íncubo, es una virgen, un torturador, un macho cabrío
descontrolado, un homenaje a Babilonia…
                                                                 Lentamente
                                                     Se apaga
                                         El sonido
                            Regresa
                 Sólido
Vuelve a ser carne y frío, imágenes dentro de un caleidoscopio
enloquecedor que se aloja en la trampa de su cerebro, lluvia en
las córneas, peso muerto bajo su ropa,
pasado, pasado, pasado, pasado.
Sólo DESEA dormir a buen recaudo,
AHORA
Solo
A buen recaudo.
dormir,
aquietar el corazón,
respirar aire templado,
limpiar EL espejo,

cambiarse por una versión inocente de sí mismo.

Sacado de su blog Jugando entre las ruinas, aquí.

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4.

El poema «Dreams Agency» de la poeta Sara Herrera Peralta, y que pertenece a su libro Provocatio (Ayuntamiento de Avilés, 2010):

Cantamos y maldecimos los días de hambre,/ de hambre y de Nocilla,/ teniéndolo
todo y no teniendo nada.// Cantamos creyendo en el paraíso/ de una playa
desierta con palmera inclinada,/ el olor salado y el sonido de las olas,/
cabalgando.// Testimoniamos los hechos./ Y quizá, algún día, sepamos por qué
las colas son largas/ en el Corte Inglés, – una vez que hemos comprado ya/ el
papel higiénico, el arroz y los huevos -,/ en la agencia de viajes./ Un billete, por
favor./ Un billete para ir a algún sitio,/ no importa dónde, lejos del barrio.//
Cuando cantemos creyendo que el paraíso existe,/ que de verdad hay una playa/
y una isla desierta/ y un cocotero/ y una palmera,/ cuando cantemos, por fin,
convencidos/ de que el paraíso existe,/ los dioses serán menos,/ ya no tendremos
tantos sueños.

Sacado de su web, aquí.

*la foto está sacada de aquí.

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5.

El siguiente poema sin título de Raúl Díaz Rosales:

Tenías tanto miedo del silencio. No pensar en nada e intimar con lo que aún no se ha creado. Yo quería cuidarte y escribía la historia universal de la tristeza, al no saber de tu sonrisa ni los márgenes, ni esa contradicción tan íntima que supone ser feliz estando vivos. «¿Cuánto te gusta el sol?». «Solo me gusta».

Y era la tierra fértil y éramos semilla. Niños en un tiempo sin tiempo. Un horizonte vertical que rendía fiel vasallaje al huerto, a los prados verdes de juegos. Recuerda las tardes de la siembra, recoger el trigo y la fe ciega en que habría días menos crueles. Intentas olvidarte ahora del hambre, su persecución puntual de cada día era un rezo, como tantos, en la aldea.

Nunca pudiste abrir contraventanas para que un sol anémico impusiese algún resquicio de tibia esperanza. Y a veces al correr reíamos para expulsar el miedo de las manos, del temblor a despertarnos. Entonces, atravesados de repente por la vida (ese matojo inútil de hierba seca), igual que nuestro aliento era vapor, nuestra alegría fue el eco del silencio. «¿Y si no respondemos?». «Seguirán llamando».

Yo supe así de las coartadas de la ausencia, todas las formas en que habita el desencanto. Era de noche y yo quería cuidarte.

Estábamos verdaderamente solos, y era horrible [1].

[1] Raúl Díaz Rosales, Poema sin título. El coloquio de los perros, nº 29, aquí.

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BOLA EXTRA:

El poema titulado «El poema de los errores» de Jorge Díaz Martínez:

POR LO MENOS, sobre el tablero conoces
las reglas: hay que desarrollar las piezas,
no malgastar tiempos, cuidar el cronómetro,
dominar el centro,
enrocarse pronto
y andar con prudencia.
A veces, es necesario hacer un sacrificio.
Precipitarse al tomar las decisiones
 o confiarse demasiado ante un rival
 más débil, son errores fatales.
También se aconseja
medir las variantes,
mantener la calma
y saber cambiar.
Aún más importante, a pesar de todo,
es saber perder.
Sacado de su blog, aquí.

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