<<<5 cosas>>>
por las que ha merecido la pena seguir vivo en el día de hoy:
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1.
El poema «Nevera vacía», del poemario Mantener la cadena de frio (Pre-textos, 2012) de Andrés Catalán & Ben Clark.
F. SCOTT FITZGERALD
Nuestra nevera nunca estuvo llena.
Se congelaba, hacía ruidos raros
como diciendo «mira, no me usáis,
vendedme a alguien del barrio, no será muy difícil»
–todo esto, claro está, en un lenguaje
propio de las neveras;
un idioma sintético, volátil,
una lengua compleja, cargada de freón–.
Con todo éramos pobres para poder tener
la nevera vacía,
debíamos llenarla de algún modo.
Fue mi mujer quien dio la idea de los libros.
Sacado de aquí.
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2.
El poema «Mining», de la poeta Tatiana Forero Puerta, y que dice así:
the silence after
I want you and
would you like some tea
is not equivalente.
Gaps may be
closer to breath
our native tongue,
than words we fill in
holes called understanding,
a precipice in the sand,
shovel in hand working
loudly and mad,
each small grain falling away
to come back.
What if yes
was not an answer
but a prayer
stillness its reply [1].
[1] Tatiana Forero Puerta, «Mining», incluído en Assisi, An online journal of arts and letters, A publication of St. Francis College, Brooklyn (NY) – Volume I – Issue I – Spring 2010 [Se puede leer el número íntegro aquí]
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3.
El poema «Neuro Gesta» de Álex Portero Ortigosa, incluido en su libro Irredento (Endymion, 2011):
cambiarse por una versión inocente de sí mismo.
Sacado de su blog Jugando entre las ruinas, aquí.
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4.
El poema «Dreams Agency» de la poeta Sara Herrera Peralta, y que pertenece a su libro Provocatio (Ayuntamiento de Avilés, 2010):
Cantamos y maldecimos los días de hambre,/ de hambre y de Nocilla,/ teniéndolo
todo y no teniendo nada.// Cantamos creyendo en el paraíso/ de una playa
desierta con palmera inclinada,/ el olor salado y el sonido de las olas,/
cabalgando.// Testimoniamos los hechos./ Y quizá, algún día, sepamos por qué
las colas son largas/ en el Corte Inglés, – una vez que hemos comprado ya/ el
papel higiénico, el arroz y los huevos -,/ en la agencia de viajes./ Un billete, por
favor./ Un billete para ir a algún sitio,/ no importa dónde, lejos del barrio.//
Cuando cantemos creyendo que el paraíso existe,/ que de verdad hay una playa/
y una isla desierta/ y un cocotero/ y una palmera,/ cuando cantemos, por fin,
convencidos/ de que el paraíso existe,/ los dioses serán menos,/ ya no tendremos
tantos sueños.
Sacado de su web, aquí.
*la foto está sacada de aquí.
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5.
El siguiente poema sin título de Raúl Díaz Rosales:
Tenías tanto miedo del silencio. No pensar en nada e intimar con lo que aún no se ha creado. Yo quería cuidarte y escribía la historia universal de la tristeza, al no saber de tu sonrisa ni los márgenes, ni esa contradicción tan íntima que supone ser feliz estando vivos. «¿Cuánto te gusta el sol?». «Solo me gusta».
Y era la tierra fértil y éramos semilla. Niños en un tiempo sin tiempo. Un horizonte vertical que rendía fiel vasallaje al huerto, a los prados verdes de juegos. Recuerda las tardes de la siembra, recoger el trigo y la fe ciega en que habría días menos crueles. Intentas olvidarte ahora del hambre, su persecución puntual de cada día era un rezo, como tantos, en la aldea.
Nunca pudiste abrir contraventanas para que un sol anémico impusiese algún resquicio de tibia esperanza. Y a veces al correr reíamos para expulsar el miedo de las manos, del temblor a despertarnos. Entonces, atravesados de repente por la vida (ese matojo inútil de hierba seca), igual que nuestro aliento era vapor, nuestra alegría fue el eco del silencio. «¿Y si no respondemos?». «Seguirán llamando».
Yo supe así de las coartadas de la ausencia, todas las formas en que habita el desencanto. Era de noche y yo quería cuidarte.
Estábamos verdaderamente solos, y era horrible [1].
[1] Raúl Díaz Rosales, Poema sin título. El coloquio de los perros, nº 29, aquí.
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BOLA EXTRA:
El poema titulado «El poema de los errores» de Jorge Díaz Martínez: