Me sedujo completamente [1]
1.
Violentas emociones
que se sucedieron hoy, ayer también.
Quizá anteayer, no me acuerdo.
Quién sabe.
El recuento exacto de los días es complejo.
Y tampoco quiero.
Así me va bien.
Sólo saber que hoy estuvimos en la radio
Y fue bien. Yo creo.
Lo emitirán la semana próxima; así parece.
Fuimos a promocionar el proyecto Harold & Blúm.
Fue divertido. Lo pasé muy bien (Ángela también).
Me acordé de cuando hacía radio con mi amigo Queco… en Castellón, hace mil años; emitíamos desde el piso de arriba de un prostíbulo…
Les dedicabamos canciones a las prostitutas.
Sólo pinchábamos rock and roll;
y derivados (blues, rockabilly, jump & jive, hillbilly, etc).
A ellas -a las prostitutas- les parecía bien (pues no nos escuchaban). A nosotros nos parecía sencillamente necesario
(pinchar discos de rock and roll).
Hoy me preguntaron en la radio: “¿por qué escribir?”
Dije: “porque es la única forma posible de seguir viviendo”.
Lo dije sin pensar, y ahora lo pienso mientras escribo.
Y sigo pensando lo mismo.
No puedo dejar de escribir,
Si a esto le contradicen condiciones adversas (e irreconciliables), moriré.
No bromeo.
Todo lo demás es puro secundario.
2.
Aprovechaba la ocasión para reflexionar sobre lo real [2]
El caso es que me acordé de cuando hacíamos radio.
En Castellón. Con mi amigo Queco.
Siempre nos llamaba un tipo amigo nuestro (nadie más nos llamaba en directo y tal vez tampoco nadie más nos escuchase);
nos llamaba para comentar las canciones y dedicarlas; lo apodaban (lo apodan) Sos. A nuestro amigo. Parece irónico.
Pero es sencillamente verdad.
Nada más que añadir…
O sí, que me emocionó ver esta tarde la fascinante tecnología nueva de RTVE y acordarme de cómo lidiábamos nosotros (Queco y yo) con aquella emisora en Castellón hace como diez años (una emisora local)
-justo cuando volví la primera vez derrotado de Inglaterra y Queco me obligaba a decir en antena todos los títulos de las canciones porque mi inglés era entonces óptimo
[al decir de Queco]-
(una emisora así bastante pirata, menuda pero peleona);
nos veíamos forzados a manejarlo todo nosotros.
Me acordé de esto mientras estábamos divertidos y joviales hablando con los chicos de Radio 3, porque allí había mucho material y mucho personal técnico a nuestra disposición.
Lo repito, fue muy divertido.
Lo pasamos genial.
Cierto.
No puedo creer todas las cosas maravillosas que nos están ocurriendo.
A veces, en la madrugada,
como ahora mismo, me miro a mí mismo en el espejo y me parto de reír…
3.
Nada era real excepto lo real,
las impresiones directas e inmediatas [3]
En fin,
que ahora viene lo malo (el combate, lo doliente), porque esta mañana (sobre las nueve am) cuando me acosté, no podía dormir. Estaba histérico. De puro nervioso.
Ángela me miró y dijo: “ah, o sea que todo esa certeza, esa imponente seguridad omnipotente hace aguas…”
Y yo, claro, dije: “oh, no, ni pensarlo…, pero cómo…¿yo? Ni pensarlo…para nada…”
En fin, ya saben, tratando de mantener intacta la dignidad.
Pero el hecho es que sí, que se me vinieron las espantosas migrañas
(producto heredado de mamá).
Y me dio miedo no conseguir despertarme a tiempo
(la cita en la radio era a las cinco de la tarde).
Y, bueno, qué añadir,
que los poetas no somos infalibles…
4.
La chica del cuadro tenía los ojos húmedos [4]
Y como si el cielo se apercibiese
(y es que es listo el cielo), resulta que al salir de la grabación del edificio de RTVE comenzó a caer una inconveniente llovizna severa y tuvimos que esperar mirando los cielos nubarrosos y desprotegidos de Poble Nou.
Y allí debimos quedarnos largos minutos interminables hasta que amainó un poco.
Fumamos, claro. Y aprovechamos para sacar algunas fotos.
Según caminábamos hacia la Diagonal, la lluvia se tornó brava de nuevo y nos tocó guarecernos en el Centro Comercial de Les Glories
(¡qué horror!).
5.
Yo tenía a menudo ganas de irme pero adoptaba la misma laxitud,
hacía como que había olvidado hasta la idea misma de volver [5]
Así que, para hacer tiempo
(en tanto que confiábamos en que se detuviese la repentina tormenta)
nos dedicamos a subir y bajas escaleras mecánicas:
Y como esto no fue suficiente
(pues la lluvia no cesaba)
nos dedicamos a investigar.
E hice un catastrófico descubrimiento:
una moderna máquina dispensadora de accesorios para móviles.
Para reponerme
decidimos comprar chucherías
Ángela y yo perpetramos un fulminante plan para confraternizar con la fauna local.
Lo intentamos:
Pero mi nuevo amigo -viejuno-
detestaba odiosamente las chuches que le ofrecimos, así que tuvimos que optar por agarrar a la carrera el Tranvía y regresarnos al Raval.
6.
Como transición, no supuso un gran cambio [6]
Compramos en la Calle de Santa Anna un foulard rojo para el espectáculo Injertos de Harold & Blúm.
Y nos fuimos a la librería La Central.
Compramos “El agrio” de Valerie Mréjen.
Ahora recién lo acabo de terminar de leer
(son las siete menos cuarto AM del sábado morning).
Y, efectivamente, es un libro agrio; en todos los sentidos.
Igual que este día de viernes, de lluvia difusa e intensas alegrías.
[1] y [2] y [3] y [4] y [5] y [6] Valérie Mréjen. El agrio. Traducción de Sonia Hernández Ortega. Ed. Periférica. Cáceres. Julio de 2009.
[págs 14, 48, 68, 75, 87, 89]
CONTENIDO EXTRA:

La Défaite du rouge-gorge, 2001
Todavía pueden ver
la topografía de la nausea y del absurdo que propone Valérie Mréjen en el Centro de la Virreina (La Rambla, 99) de Barcelona
[hasta este domingo -06-Septiembre-2009-]