Archivo de la etiqueta: Mario Vargas Llosa

Cartografía Sentimental (CVII): Vídeos de YouTube

<<<5 cosas>>>

por las que ha merecido la pena seguir vivo en el día de hoy:

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1.

El vídeo que da cuenta del paseo por la exposición «Pere(t)c Tentativa de Inventario», del Círculo de Bellas Artes de Madrid, de la mano del editor de Impedimenta, Enrique Redel.

 

 

+ info: aquí.

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2.

El vídeo donde Mario Vargas Llosa habla de Roberto Bolaño:

 

 

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3.

La jam session de 2006 en la Sala Jamboree (Bcn) en la que comparten escenario los músicos de jazz Llibert Fortuny y Raynald Colom:

 

 

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4.

El documental Waiting for superman (2010) sobre el estado de la educación pública en los Estados Unidos.

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5.

La actuación del grupo Niños Mutantes en la Joy Eslava en la que tocan «Caerán los bancos» y «Empezar de cero», ambas pertenecientes a su último disco Náufragos (2012)

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Los escritores y la edad

1.

Es bien conocida la historia sobre cómo comenzó a escribir Gabriel García Márquez (Aracataca, 1927) y que éste ya contase en su discurso “Cómo comencé a escribir” –aquí– pronunciado en Caracas (Venezuela) el 3 de mayo de 1970 y que se incluyó en su último libro Yo no vengo a decir un discurso (Mondadori, 2010).

Entonces contó Gabo que, Eduardo Zalamea Borda, viejo zorro del diario bogotano El Espectador, había afirmado con pompa de señor conservador en las páginas del mencionado periódico, que los escritores jóvenes colombianos no sabían escribir.

El por aquel entonces joven Gabo,  por el vejamen, se obligó a sí mismo a escribir un cuento en un intento de callarle la boca a Zalamea. Y, así, lo mandó al periódico y a fe de que lo consiguió, pues, para su sorpresa, el cuento acabó publicado en El Espectador.

Viéndose en la tesitura de no quedar mal con Eduardo Zalamea, pues éste digamos que había tenido que retractarse públicamente al mismo tiempo que hacía una apuesta literaria por el joven Gabriel García Márquez, el futuro premio Nobel sintió que no tenía más remedio que seguir escribiendo.

De por vida.

Con el tiempo, confesaría el escritor colombiano que

“el oficio de escritor es tal vez el único que se hace más difícil a medida que más se practica”.

Pero, ¿sucede lo mismo con el oficio de lector?

2.

Gunter Grass decía que «No hay espectáculo más hermoso que la mirada de un niño que lee»

3.

El escritor chileno Rodrigo Díaz Cortez (Santiago, 1977), que acaba de publicar este año en Libros del lince su novela El peor de los guerreros, confesaba en una entrevista reciente que le hizo Pablo Suárez -y que ha salido publicada en el número de Junio de la revista Qué Leer- que fue un niño inquieto y travieso,  hasta que se serenó al descubrir el inmenso mundo de los libros y que:

“desde que comenzé a leer, quise embarcarme en la producción de mis propios relatos”.

Rodrigo Díaz Cortez tiene en la actualidad 33 años y,a lo que parece, la lectura de libros le condujo a la escritura de los mismos.

4.

A este respecto llama mucho la atención que Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948), aprovechando la presentación de En un lugar solitario (Narrativa completa 1973-1984) en la editorial DeBolsillo –aquí-, y contradiciendo ese supuesto mantra que dice que «el buen escritor, antes incluso de sentirse o de llamarse así, es un buen lector», declaró que nanai de la china, que esto no era necesariamente cierto y que, como su propia experiencia corrobora, él fue primero escritor y más tarde lector.

Enrique Vila-Matas tiene en la actualidad 63 años y, con el tiempo, parece que se haya hecho mejor lector -y, también, mejor escritor-.

5.

Según afirma Miguel de La Cruz –aquí-, coordinador de cultura de oncetv México, Mario Vargas Llosa, el último premio Nobel de literatura, en la actualidad, lee a un promedio de 77 páginas por hora, ¡77 páginas por hora!, pues se leyó Traiciones a la memoria de Héctor Abad Faciolince en un vuelo Cartagena de Indias-Lima, un vuelo que dura exactamente tres horas y media.

Mario Vargas Llosa tiene en la actualidad 74 años y, a lo que parece, lee a la velocidad de la metralleta; en lo que respecta a su escritura, digamos que anda un pelín distraído.

6.

En un reciente encuentro digital con sus lectores promovido por el periódico El País –aquí-, el premio Cervantes 2008 Juan Marsé (Barcelona, 1933), decía:

“debo confesar que mi plan de lecturas se ha resentido mucho últimamente. Estoy en esa edad que uno debe escoger entre leer o escribir; e incluso, en lo referente a lecturas, entre lo nuevo o relecturas de aquellos autores que siempre fueron un verdadero estímulo. Y confieso que yo estoy en eso”.

Juan Marsé tiene en la actualidad 78 años y sigue escribiendo a un buen nivel, pero leyendo poco.

7.

Rodrigo Fresán (1963), con ocasión de la presentación de la última novela de Juan Gabriel Vásquez (Bogotá, 1973) El ruido de las cosas al caer, premio Alfaguara 2001 –aquí-, hablaba de sí mismo no ya como una joven promesa, sino más bien del lado de los más viejos, esos que él recuerda que en su juventud se excusaban con afirmaciones tipo “estoy releyendo a Tolstoy” para no tener que leer a los jóvenes, o sea, al mismo Fresán y a sus compañeros de generación (y esto le irritaba profundamente, nos cuenta).

Siendo que ya no es un escritor joven, nos dice Fresán, pero que tampoco está dispuesto a incurrir en la vejación de no leer a los jóvenes, nos confiesa Rodrigo que tiene un método sencillo para no caer en la trampa.

Nos dice que:

«me limito a leer –no son demasiados, me temo que son cada vez menos– a los jóvenes escritores que saben leer”.

Rodrigo Fresán tiene en la actualidad 48 años y, como demuestra con cierta asiduidad, suele gustar bastante de las aporías.

8.

En el prefacio a su libro de 1925 La danza piadosa (Cabaret Voltaire, 2009), Klaus Mann (Munich, 1906), el hijo de Thomas Mann afirmaba que:

 “A veces casi tengo la impresión de que ya, de por sí y a priori, sea una señal de atraso y melancolía por parte de un joven escribir, todavía hoy, libros”.

Caso de seguir vivo (se suicidió en 1949) hoy Klaus Mann tendría 105 años y, por lo tanto, sería el más viejo del lugar.

*

Por ello, en lo que respecta a la escritura de libros, y en la misma línea de Enrique Vila-Matas, afirmaremos aquí en La Soledad del Deseo que la escritura es una pulsión que se le presenta al sujeto en un momento indeterminado de la juventud y que le lleva a la escritura de libros. Esto no viene producido ni por la lectura de libros ni por ninguna otra cosa. Puede que sí, que el escritor además sea un lector, o puede que no. Pero ni lo uno ni lo otro implican que el escritor vaya a ser mejor o peor escritor en el futuro. Con Gabo afirmaremos que sí, que el escritor sigue escribiendo sin detenerse, por orgullo, honestidad, o en el caso de Vargas Llosa, por deportividad olímpica.

Respecto a la lectura de libros, sospechamos que hay una correlación clara entre el descenso del nivel de lectura y la edad.

Así lo demuestra, por lo menos, el Informe de hábitos de lectura y compra de libros en España 2010, llevado a cabo por la empresa Conecta para la Federación de gremios de editores de España, con el patrocinio del Ministerio de Cultura. Fíjense como tanto la línea azul (hombres) como la amarilla (mujeres) van cayendo en picado a partir de los 44 años.

El informe completo se puede consultar aquí.

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Cartografía Sentimental (XXXVIIII)

<<<5 cosas>>>

por las que ha merecido la pena seguir vivo en el día de hoy:

 

1.

El texto 14 minutos de reflexión de Mario Vargas Llosa, y que recoge esos minutos de duda y reposo que precedieron a la confirmación oficial del Premio Nobel de Literatura.

El texto completo aquí.

2.

Las anotaciones e impresiones de David G. Casado desde su nueva ciudad, Nueva York, como por ejemplo cuando se refiere a las primeras horas del día:

«Mi hora más serena es la del amanecer […] hay algo místico en este momento […] el sol cruza la ciudad en horizontal dandole un resplandor mágico al ladrillo de los edificios, resaltando la forma cilindrica de los depositos de agua de las azoteas que parecen alambiques duchampianos» `1]

[1] David G. Casado. Art on the tracks. 09-Octubre-2010.

3.

La crónica visual de la feria de Frankfurt 2010 en el blog de El LLibreteraquí.

4.


El proyecto Page 99 Test, basado en la idea del escritor del grupo de Bloomsbury Ford Madox Fox de que si uno abre cualquier libro en la página 99 la calidad de todo el libro le será revelada con la sola lectura de esa página.

Así, el proyecto Page 99 Test permite a los autores que suban la página 99 de su manuscrito para que los lectores emitan un juicio sobre la calidad del mismo y valoren positiva o negativamente su compra.

+ info: aquí.

5.

El cuadro Bathers (1982) del artista australiano Sidney Nolan.


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BONUS TRACK:

La retrospectiva de la obra de Lydia Lunch Paisajes después de la batalla (La guerra nunca se acaba) en la Sala Municipal de Exposiciones San Benito del Museo de Valladolid [15-Octubre / 21-Noviembre de 2010].

+ info: aquí.


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Difusa deontología del escritor [9]

1.

La literatura es siempre la crónica de una decadencia,

y la que a mí más me interesa: la decadencia personal,

que se manifiesta en las pérdidas sufridas, tal vez inmerecidamente,

y que son no ya tan importantes por resultar francamente irrecuperables, sino por algo de suma importancia:

por haber ayudado a forjar el caracter del escritor que las recuerda,

lejanas e inservibles.

No hablo, por supuesto, de «la decadencia del espíritu crítico» [1] sino justamente de su emancipación.

Hablo de las cenizas de la pira funeraria que sirve para insuflar de libre poeticidad el alma del escritor y da vida (o muerte) a sus escritos.

Así, dicho en otros términos:

la literatura es sentarse en uno de los sillones majestuosos del salón, tras una fiesta, lleno el suelo de confetti y colillas terrizas, y lebrillos y vasijas que asoman vacíos del jardín,

flores que se comban putrefactas o secas, y a la deriva del viento del crepúsculo algunos pétalos juegan con la luz,

y ya nadie queda, o acaso algunos invitados que se demoran en un deliberado y torpe retraso y que se besan, tal vez, en alguna esquina

(a ellos mismos o entre ellos, poco importa)

o aquellos otros fracasados que apuran la última copa violenta

(o ésta les apura sigilosamente a ellos).

Y tú, escritor, sentado majestuoso en el sillón, disfrutando de la calma, con ruidos de voces que se te quedaron en el tímpano,

los rastreros golpes de cuchillos hundidos en la carne, también; y ver cómo corre por la pantorrilla alegre la sangre.

Y sí, ese recuerdo de algo bueno, de una buena fiesta, quizá la mejor del verano, acaso la última. Y ya… la amenaza del otoño en el horizonte.

Replegarse sobre uno mismo, en posición fetal,

casi llorando de pura rabia,

y dar entonces, palabra a palabra, sílaba a sílaba, letra a letra,

la preciosista cuenta rigurosa de la derrota del mundo,

de tu mundo.

Y refutar orgullosamente a Ludwig Hohl cuando dice que:

«nunca ha nacido nada de la muerte» [2]

2.

Pero, por sobre todo, téngase en cuenta también que todo esto

-lo ya dicho con la metáfora- no son sólo quimeras verbales,

sino que así se presenta áspera la realidad.

Ayer a la mañana,

y sirva como ejemplo, cuando fuimos a celebrar el último día del mercado de libros de San Antonio.

El propio Joan Brossa quiso participar en el deleite de esa derrota otoñal:

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Y la crónica visual:

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3.

La noche anterior fuimos también a ver los últimos coletazos de las paradas interiores del mercado de Sant Antoni.

Aquí una crónica fotográfica del día final:

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4.

Ahora mismo (lunes a la mañana), abro uno de estos libros comprados el domingo; el primer capítulo comienza así:

¿Recuerdas…? Es un hecho indudable que precisamente en el momento en que Farabeuf cruzó el umbral de la puerta, ella, sentada al fondo del pasillo agitó las tres monedas en el hueco de sus manos entrelazadas y luego las dejó caer sobre la mesa. [3]

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Y es que, ya lo dijimos, toda literatura es recuerdo, afrenta a la muerte.

Delicada sinfonía del pasado.

Incluso Vargas LLosa, cuando abre su libro sobre Madame Bovary «La orgía perpetua», dice:

Un puñado de personajes literarios han marcado mi vida de manera más durable que buena parte de los seres de carne y hueso que he conocido [4]

Y todavía más, el pintor Jaume Plà, en sus diarios, une la tristeza del otoño con la fiesta de la infancia:

Hi ha una altra cosa que em porta invariablement el record de la meva primera infantesa: és l´olor de les fulles cremades a la tardor [5]

Queda dicho pues:

la literatura como la crónica fatal y laudatoria del

Fin de la fiesta.

5.

Y ello nos lleva

al corolario necesario de la afirmación que hemos venido enunciando:

la vida del escritor debe ser una constante fiesta, el festejo, sí, de la nada

(o de todo lo que hubo y es ahora simple aroma del humo,

o sombra de luz pasada).

Porque eso es lo que celebra el escritor: lo que ya no existe.

El pasado, la memoria, la grandeza, el esplendor.

El escritor se convierte en el dios de todo lo huido;

y es que ya lo decía la escolástica, que la memoria es la potencia del alma.

Por ello, justamente,

debe ser la literatura la fiesta del futuro, porque conoce todas las claves, las (re)piensa y actúa conscientemente sobre el presente.

La literatura debe ser, pues, la garante de la vida futura.

Sobre todo ahora, en estos tiempos de crisis,

cuando nadie sabe qué decir, qué hacer,

estos tiempos son los más proclives a que la literatura mande sobre ellos y se pronuncie rabiosamente:

alertando de que ya se acabó la fiesta, de que hay que (re)construir los mausoleos,

y debe hacerlo -siempre- con el sentimiento grato de quien contribuye a la mejora de todos,

«de esa oscura manera en que tú te afirmabas sobre un mundo inseguro 
que te daba la espalda»
[6]

La literatura, pues,

lucha(rá) contra el monstruo que maliciosa, impunemente, se nos incardina en el centro de la sociedad misma y trata de imponer(nos) fronteras insalvables.

Porque no olvidemos que ese monstruo de siete cabezas con sus siete pecados capitales, ese monstruo social, incluso la propia sociedad múltiple del yo que somos cada uno de nosotros,

le será siempre letalmente hostil a la literatura.

Héte aquí entonces la grandiosa generosidad de la literatura:

saber que predica en un obsceno desierto,

polvoriento y traidor.

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Canción del día:

Let´s have a party – Wanda Jackson

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——CONTENIDO EXTRA:——

Hubo fiesta el sábado también, en casa, a la noche, con M. y M.

Y hubo literatura y risas, y vino y fanfarria y Pepinos Ponsford y confidencias y planes y, cómo no, firma de libros, también.

Celebración del pasado, sospecha del presente, y mirada azorada e ilusionada al futuro, según les es propio a los escritores.

Yeah!

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[1] Vladimir Volkoff en entrevista con Marc Vittelio. La esencial intolerancia del pensamiento políticamente correcto. Harry Magazine. Traducción de Damián Verde.

[2] Ludwig Hohl. Matices y detalles. DVD ediciones. Barcelona. 2008. [pág 63]

[3] Salvador Elizondo. Farabeuf. Ed. Montesinos. Barcelona. 1981.

[4] Mario Vargas LLosa «Una pasión no correspondida», en La orgía perpetua. Ed. Bruguera. Barcelona. 1978.

[5] Jaume Plà.  De l´art i de l´artista. Dietari (1982-1991). Premi Sant Joan de literatura catalana 1995. Edicions 62. Barcelona. 1996. [pág 13]

[6] José Luis Piquero. «En una crisis».

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Walah Walah (VIII)

1.

Cuando una cultura ha relegado al desván de las cosas pasadas de moda el ejercicio de pensar y sustituido las ideas por las imágenes, los productos literarios y artísticos pasan a ser promovidos, y aceptados o rechazados, por las técnicas publicitarias y los reflejos condicionados en un público que carece de defensas intelectuales y sensibles para detectar los contrabandos y las extorsiones de que es víctima

Mario Vargas Llosa. La civilización del espectáculo. En Letras Libres. Edición de febrero de 2009.

2.

Numerosos cineastas y narradores actuales, normalmente los que se creen más innovadores y modernos y se permiten tachar de anticuado cuanto es un poco más viejo que ellos, hacen películas y escriben novelas rancias, repetitivas, trilladas. Con una mezcla de ingenuidad y soberbia, han decidido que no tienen que aprender lecciones de nadie y que la literatura y el cine van a nacer o a renacer con ellos. No se molestan en ver qué se ha hecho antes, porque piensan que lo que se les ocurra ha de ser por fuerza “nuevo”, tanto como lo son sus vidas.

Javier Marías. «Visitar la prehistoria» .En La Zona Fantasma, 22 de Febrero de 2009.

Y sucede que, además, es verdad.

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Walah-Walah (III)

Escribir es lo único realmente apasionante que existe.

Mario Vargas Llosa,

en una carta de abril de 1959 a Abelardo Oquendo.

(Sacado del blog de Gustavo Faverón, Puente Aéreo)

Y sucede que, además, es verdad.

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