<<<5 cosas>>>
por las que ha merecido la pena seguir vivo en el día de hoy:
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1.
Cuenta Elkin Restrepo en la revista La vida afuera de la Universidad de Antioquia que:
“Colombia le atraía [a Borges] por sentirse seguramente agradecido con su élite cultural que, como sucedió con la revista Mito y la Universidad de los Andes, había roto lanzas por su obra cuando su reconocimiento internacional era casi ninguno”.
El artículo de donde viene esto extracatado, y que lleva por título “Borges en Medellín” –aquí– da cuenta de las dos visitas de Jorge Luís Borges a Medellín, la primera a mediados de los sesenta, cuando a Borges se le consideraba despectivamente “un escritor para escritores” y la segunda en 1978, cuando en palabras del propio Borges se había convertido éste en “una alucinación colectiva”.
Y, por cierto, que hay un libro conmemorativo de la visita, escrito por Jairo Osorio Gómez y Carlos Bueno Osorio –aquí-.
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2.
El año pasado, la revista Frontera D publicó un texto de Miguel Huezo Mixco que llevaba por título “Roberto Bolaño en El Salvador (Supremo jardín de la guerra florida)”.
En él cuenta Huezo que Bolaño en realidad no fue a El Salvador a buscar a Roque Dalton, sino a Manuel Sorto, “este poeta, dramaturgo y cineasta salvadoreño, nacido en 1950”, que desde hace años vive en Bayona, Francia.
Al parecer Sorto era un pequeño genio, nos dice Huezo.
“A través de numerosos mensajes electrónicos y conversaciones por Skype, Sorto -nos dice Huezo- me proveyó de información suficiente para despejar el mito construido en torno a la estancia de Bolaño en El Salvador”.
Si quieren saber más acerca de ese mito pueden leer el ensayo íntegro aquí.
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3.
El poema Café de noche, de Luis Rogelio Nogueras, y que da cuenta de un (re)encuentro fantasmagórico en Londres entre Rimbaud, Jean Nicholas y Marx.
Dice así:
Jean Nicolas Arthur Rimbaud
y Karl Heinrich Marx
“Si los narradores latinoamericanos circulan hoy más que antes no es porque sean mejores o más universales que los narradores latinoamericanos del pasado sino porque, sencillamente, hoy es más fácil andar por circuitos internacionales”.
“Lo que de plano no se puede tolerar es esa noción de que la literatura mundial es una república justa y apacible. No: es asimétrica y el poder y la voz están distribuidos inequitativamente. No: es jerárquica y existen centro y periferia, literaturas mayores y menores, idiomas más y menos atendidos, poéticas más y menos rentables.”
“El tipo (el escritor mundial) puede perpetrar las obras más atroces y los críticos pueden cebarse casi unánimemente contra ellas y no pasará demasiado: los dardos de los críticos rara vez atraviesan las fronteras y apenas si pueden contra el prestigio de una figura avalada por las grandes editoriales y los grandes premios.”
“Parecería incluso que para algunos escritores la lengua no es ya su materia prima sino un lastre: eso que delata un origen, eso que dificulta el libre tránsito de las mercancías.”
BOLA EXTRA:
«Es que hay viajes más espléndidos: los que un hombre puede intentar por los corredores de su casa, yéndose del dormitorio al baño, desfilando entre parques y librerías. ¿Para qué tomar en cuenta los medios de transporte? Pienso en los aviones, donde los viajeros caminan sólo de proa a popa: eso no es viajar. El viaje es apenas un movimiento de la imaginación»